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Fernando Berlín, el autor de este blog, es director de radiocable.com y participa en diversos medios de comunicación españoles.¿Quien soy?english edition.

 

Se sorprendería la iglesia católica al saber que José Saramago sí hizo algo religiosamente durante toda su vida. Y fue en cierta forma un acto de fe, pero no estuvo relacionado con la espiritualidad:  Saramago pagó religiosamente sus impuestos, sí, como ya acreditaron sus abogados.

No lo hizo precisamente en un paraiso fiscal, lo hizo  donde lo había hecho toda la vida, en Portugal, su lugar de nacimiento y el lugar donde reposarán sus restos; el pais donde residía su familia y pasaba buena parte del año desde 1924; allí donde fue candidato por la izquierda a las elecciones europeas en 1999, entre otras, -curiosamente uno de los años en que la Hacienda española le reclama dinero por vivir en España.

Saramago siempre apostillaba que aún así su corazón estaba también en España, tal vez por ser la tierra de Cervantes y más tarde de su compañera, y porque, a pesar del compromiso con su tierra, cierto poder de Portugal no le trató de forma grata durante largo tiempo. Aún con eso, no faltó José Saramago nunca a sus compromisos fiscales.

Nunca dejó de pagar en Portugal a pesar de su carácter conceptualmente apátrida, incansablemente viajero, global y a pesar de que  escribió sus obras desde diversos lugares del mundo, entre ellos, su amado Lanzarote. Pero pagó sus impuestos en su tierra por convicción moral y por obligación legal y lo hizo en el país que celebró su funeral con honores de Jefe de Estado, Portugal.

Deducir que porque amaba Lanzarote y pasaba tiempo allí Saramago debió pagar impuestos por duplicado es mucho atreverse, pues además de un chiste de tintes chovinistas, sería de una peculiaridad formidable. La exigencia es, simple y llanamente un intento de herir su nombre dado el espíritu crítico del escritor.

Alguien debe explicar que el caso que estos días renace en la prensa, -curiosamente tras su muerte-, se inició en plena guerra de Irak, con el gobierno del PP, cuando el Nobel desplegó toda su beligerancia intelectual contra esa cruel invasión. Así se manifestó y a cambio le cayó una inspección del país a cuyo gobierno criticaba. Peculiar coincidencia -pensarán algunos.

Pero el caso tiene otro perfil interesante. No es el primer artista o intelectual que se enfrenta a las viejas fronteras de un mundo que de global solo tiene a los bancos. Fernando Botero sufrió una incesante persecución fiscal en Italia.

Botero, colombiano, apenas residía en Italia aunque había elegido ese país para fundir sus piezas. Gracias a él la localidad de PietraSanta, en la provincia de Lucca, se convirtió en un popular centro internacional de elaboración de mármol y bronce en el que se daban cita artistas de todo el mundo y que fue bautizado como la «pequeña Atenas». Vean, observen, los paralelismos con Lanzarote y el Nobel.

Botero, incómodo, llegó a decir que estaba dispuesto a fundir sus piezas en Alemania, para que le dejasen en paz.

Es un caso paradigmático: un artista global, contratado -y pagado- en todo el mundo, con residencia fija -si es que un personaje así puede tenerla- en diversos paises, que contrata colaboradores de todo el planeta, declara lógicamente sus ingresos en su pais de origen. Un caramelo demasiado goloso para todas las Haciendas por las que pasa. Pero es, sobre todo, un ejemplo de viejas leyes inadaptadas al nuevo mundo del ciudadano global. No se preocupen, que ya irá pasando.

De cualquier manera no se crean todo lo que lean estos días en el periódico y mucho menos las cifras desorbitadas que se están publicando. El dinero que ingresó el escritor por el premio Nobel es libre de impuestos.  Es lo que tiene desarrollar una actividad que valora positivamente la mayor parte de la humanidad.

[foto: Saramago en Penafiel, Portugal]

También escriben sobre ello: Ramon Lobo,

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