La actualidad es arrolladora. Lo que ayer fue noticia se desvanece como una gota en la lluvia por el aluvión informativo. Conocer eso, y saber utilizarlo,  proporciona una gran victoria al marketing político, pero es una pequeña derrota de la veracidad.

El ejemplo del PP es paradigmático. Resulta que a pesar de que nos encontramos ante gravísimas acusaciones de corrupción que salpican ese partido, la actualidad diluye las informaciones y las hace desaparecer de los medios en cuestión de minutos.

Resulta que el partido que  hacía bandera con la honradez, y que aseguraba que la corrupción era propia del partido socialista, ya no puede esconder lo que todos sabíamos: la ambición desmedida es ácrata, la corrupción no entiende de siglas.

Los ciudadanos, que llevamos años escuchando la matraca, nos merecíamos por lo menos  una disculpa, una rectificación. Pero eso no va a pasar nunca. Porque mientras lo jueces trabajan, Rajoy y sus adjuntos creativizan la información. Se habla de cacerías, de jueces estrella, de acoso político, de yates de constructores…De todo tipo de cosas accesorias, menos de lo importante: ¿Estamos ante unas manzanas podridas o es el cesto lo que está podrido?