¿Sentido común?
Iñaki Gabilondo en Noticias Cuatro: «Vamos a suponer que usted, en lugar de ser un demócrata, que cree en el Estado de Derecho, y en el proceso garantista, y en la demostración a través de pruebas, y en la defensa del acusado, etc., echa mano del sentido común, al que tan a menudo invoca Mariano Rajoy… y con el sentido común por Lazarillo, tira usted del hilo de la siguiente historia.
En el año 2007, un ex concejal del Partido Popular en Majadahonda, llamado José Luis Peñas, entrega a la Policía y a la Fiscalía Anticorrupción más de veinte horas de grabaciones, en las que se pone de manifiesto la existencia de una trama empresarial corrupta, dirigida por un amigo suyo, Francisco Correa. Este caballero aprovecha durante diez años sus amistades con el Partido Popular para conseguir contratos de gobiernos de ese partido y adjudicaciones de suelo para empresarios amigos. La investigación judicial desencadenada por esa denuncia termina por imputar distintos delitos a cuatro gobiernos autónomos, varios alcaldes, el tesorero nacional y un eurodiputado, todos del mismo partido, el PP. Las relaciones que, según los testimonios grabados, llegan a ser de íntima y cordial fraternidad entre alguna importante autoridad del PP y el subjefe de la trama, conocido por «El Bigotes», van desde el simple obsequio de unos trajes no se saber por qué motivo a suculentas cantidades de dinero, por distintos quehaceres, todos fuera de la Ley.
El que, por el momento, acumula más irregularidades es un consejero de confianza de Esperanza Aguirre, pero ésta se cree liberada de toda responsabilidad porque lo cesó. Bien es verdad que lo cesó cuando se conocieron públicamente sus pecados, ni un segundo antes. Dentro de muy poco, el tesorero del Partido Popular, gran cancerbero de todas las cuentas, ha de comparecer en el Supremo para justificar un enriquecimiento inexplicable. Ya decimos, menos mal que Usted es un demócrata, porque con el sentido común que invoca Rajoy ésta sería una clarísima historia de corrupción. Y eso que nos hemos detenido antes de llegar a Agag, el introductor de embajadores de los jefes corruptos. Porque, con el mismo sentido común hubiéramos podido seguir preguntando por Briatore, y Cerdeña, y Berlusconi… y cualquiera sabe dónde hubiéramos podido llegar».