E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

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Eugene Robinson – Washington. Para Roman Polanski, la larga e indescriptible pesadilla de verse confinado a su chalet de tres plantas en Gstaad, el balneario de lujo de los Alpes suizos, ha terminado por fin. El director prófugo vuelve a ser libre de pasear por la ciudad, darse un homenaje culinario y tal vez hacer unas compras en la delegación local de Cartier, o las boutiques de Hermés o Louis Vuitton.O podría salir corriendo como una rata a buscar refugio en Francia o Polonia, los dos países de los que tiene la ciudadanía — y donde las autoridades tienen un largo historial de actuar como si la fama y el talento de Polanski negaran de algún modo sus vejaciones sexuales a una menor de 13 años de edad.

Apuesto por la opción del roedor, incluso si las autoridades suizas se están empleando a fondo por convencer a Polanski de que puede relajarse y disfrutar de la fondue sin tener que responder nunca por sus delitos. Después de todo, sí le obligaron a llevar un brazalete electrónico en el tobillo durante varios meses completos. Qué horror. Qué horror. Después de que las autoridades anunciaran el lunes que negaban la petición estadounidense de extradición de Polanski, uno de los abogados del conocido auteur consideraba la decisión «un enorme motivo de satisfacción y un gran alivio tras el dolor sufrido por Roman Polanski y su familia». Esas declaraciones deberían aparecer como el ejemplo definitivo de manual de comportamiento inaceptable.

Cualquiera que se sienta tentado de compadecer a Polanski debe examinar detenidamente los cargos. En 1977, cuando tenía 43 años, Polanski condujo a una menor de 13 años de edad hasta un domicilio en las colinas de Hollywood propiedad de Jack Nicholson — el actor no se encontraba en la casa en ese momento — y la manipuló con drogas y champán antes de mantener relaciones sexuales con ella.

Polanski y sus abogados afirman que la relación fue consentida. Como defensa legal es absurda, puesto que la menor era demasiado joven para dar su consentimiento. Pero el testimonio de la menor ante el gran jurado deja claro que no se trató de ningún aquí te pillo y aquí te mato. Bajo juramento declaró que Polanski, con el ardid de hacerle fotos y querer convertirla en una estrella, la convenció de posar desnuda y a continuación la atacó.

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Bajo juramento declaró que Polanski la violó y la sodomizó, contra su voluntad, y que estaba alterada antes, durante y después de la relación. El director fue declarado culpable de seis cargos imputados, incluyendo el de violación con estupefacientes y abuso de menores, pero en virtud de un acuerdo con la fiscalía se declaró culpable de un único cargo de relación sexual ilícita. Polanski, que pasó en la cárcel alrededor de mes y medio, pensó haber llegado a un acuerdo que le pondría en la calle con un máximo de 90 días en arresto domiciliario bajo supervisión psiquiátrica. Pero cuando el magistrado pensó mejor la idea de tolerar un acuerdo tan permisivo, Polanski huyó del país. Lleva prófugo de la justicia desde entonces.

Polanski es un gran cineasta, y sus amigos y defensores de Hollywood han adoptado en tromba la postura de que su genio supera a sus delitos. Whoopi Goldberg opinaba el año pasado que lo sucedido entre Polanski y la menor «no fue violación en toda regla». Más de un centenar de lumbreras de los estudios — incluyendo a Martin Scorsese, Mike Nichols, Harvey Weinstein y sí, el inapropiadamente libidinoso Woody Allen — firmaban una petición solicitando a las autoridades suizas la liberación de Polanski. Espero que estén contentos ahora que sus oraciones han sido escuchadas.

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La decisión por parte de Suiza de liberar al artista de su arresto domiciliario en jaula de oro se basó en un tecnicismo. La cuestión «no tiene nada que ver con decidir si es culpable o no culpable», declaraba la Ministra de Justicia Eveline Widmer-Schlumpf. Tiene toda la razón; Polanski es culpable según su propia declaración. Lo que los suizos han decidido es que a pesar de que ha admitido sus delitos y ser prófugo de la justicia estadounidense, Polanski no va a ser castigado nunca.

Es relevante que Polanski nunca haya manifestado arrepentimiento. Durante una entrevista en 1979 dijo ser acosado porque «todo hijo de vecino quiere (mantener relaciones sexuales) con jovencitas». Es irrelevante que la víctima, una mujer de mediana edad hoy, no tenga el menor interés en el caso y volver a vivir un episodio traumático. Lo que importa es que Polanski admitió causárselo hace 33 años — y el hecho de que Polanski decidió abandonar el país en lugar de afrontar las consecuencias.

Las autoridades suizas observaban lo evidente: que Polanski nunca habría entrado en Suiza si hubiera creído que corría peligro legal. Puesto que no es un candidato legítimo al secuestro o la extradición a través de la CIA, ahora es un hombre libre — a menos que cometa otro error de alguna forma. Siempre tendrá que vigilar sus espaldas.

?se es un castigo toledano, pero no basta en absoluto. A ver esto: ¿qué tal mantenernos alejados de sus películas mientras él se mantenga alejado de la justicia estadounidense?

Eugene Robinson
Premio Pulitzer 2009 al comentario político.
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