Eugene Robinson: «valerse de la raza para atacar a Obama»
Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.
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Eugene Robinson – Washington.- Tras el episodio de Shirley Sherrod, ya no hay necesidad de medir las palabras: una cínica maquinaria propagandística de derechas está predicando la venenosa ficción de que en cuanto los afroamericanos o el resto de minorías alcanzan posiciones de poder, buscan algún tipo de venganza contra los blancos.Algunos de los predicadores de esta estupidez racista pueden creérsela realmente. La mayoría, no obstante, busca simplemente el respaldo político de invitar a los votantes a dudar de las motivaciones y la buena fe del primer presidente afroamericano de la nación. Esto va de tumbar a Barack Obama.
Sherrod, funcionaria del Departamento de Agricultura hasta el lunes, se presumía un daño colateral. Andrew Breitbart, un zalamero provocador que con frecuencia se dirige a las concentraciones del movimiento de protesta fiscal, colocaba en su página un segmento de un discurso que Sherrod, afroamericana, pronunció a principios de este año en una reunión de la Asociación Nacional para el Avance de las Personas de Color. En él, Sherrod aparentaba presumir de haber denegado a un granjero blanco alguna ayuda que ella iba a conceder a un granjero negro.
Parecía un caso claro de racismo negro en acción. En cuestión de horas, el Secretario de Agricultura Tom Vilsack la obligaba a dimitir. La Asociación Nacional para el Avance de las Personas de Color, bajo ataque desde la derecha por haber denunciado el racismo del movimiento de protesta fiscal, difundía una declaración criticando a Sherrod y condenando su postura como inaceptable.
Pero Breitbart se había precipitado. La grabación del discurso de Sherrod entero demostraba que no estaba presumiendo de ser racista, relataba lo que venía a ser un paralelismo entre prejuicio y reconciliación. Por una parte, el incidente había tenido lugar en 1986, cuando trabajaba para una organización sin ánimo de lucro, mucho antes de ingresar en la administración Obama. Por la otra, ayudó a ese granjero blanco y a su familia a conservar su granja, y se hicieron amigos. A través de él, dice ella, supo mirar más allá del pasado racial hasta la humanidad común.
En la práctica, relataba la historia de la lucha de América con la raza, pero con los papeles invertidos. Durante cientos de años, los negros fueron esclavizados, oprimidos y discriminados en favor de los blancos — hasta que el movimiento de los derechos civiles nos abrió a todos en camino a la redención.
Con la presidencia Obama, no obstante, ha entrado un torrente de acusaciones — vertidas por Breitbar y similares pero también por figuras conservadoras de mayor contenido — de supuestos incidentes de discriminación racial entre blancos cometidos por negros y otras minorías. Recordará, por ejemplo, la forma en que los críticos de Obama vieron oportunidad de meter baza cuando él ofrecía una opinión del incidente entre el profesor de Harvard Louis Gates Jr. y un funcionario blanco de policía. Recordará la exagerada reacción cuando se supo que la magistrado Sonia Sotomayor había hablado en una ocasión de la forma en que ser «una latina sabia» afectaría a sus fallos.
Newt Gingrich llamó racista a Sotomayor. Se dio prisa también en llamar racista a Sherrod. Sugeriría que el ex presidente de la Cámara se pasara al descafeinado, pero creo que sabe exactamente lo que hace.
Estas alegaciones de racismo contra los blancos están siendo exageradas y vertidas de forma deliberada porque están diseñadas para asustar a los blancos. No va a funcionar con la mayoría de la gente, por supuesto, pero funciona con parte — con la suficiente, quizá, para ayudar a erosionar la posición política de Obama y perjudicar las esperanzas de su formación en las encuestas.
Antes de Sherrod, el estandarte de la campaña del «Tiene que Temer de Obama» implicaba algo llamado Partido de los Nuevos Panteras Negras. ¿Nunca ha oído hablar de él? Eso es porque se trata de una reducida formación que existe sobre todo en la calenturienta imaginación de sus contados miembros. También en la realidad alternativa de Fox News: Una de las presentadoras de la cadena ha dedicado más de tres horas de horario de máxima audiencia en las últimas semanas a la grave amenaza planteada por el Partido de los Nuevos Panteras Negras. En la práctica, sospecho que estos excesos se deben en parte a una tentativa de una presentadora relativamente desconocida por impulsar su propia popularidad.
El caso Sherrod ha expuesto a la luz pública la campaña de la derecha por utilizar el miedo racial para destruir la presidencia de Obama, y espero que el efecto sea despertar por fin a algunos de la administración. La forma de tratar con los matones es plantarles cara, no salir huyendo. Pero Sherrod fue despedida antes incluso de permitirle contar su versión de la historia. Ella dice que el funcionario que llevó a cabo la ejecución le explicó que tenía que dimitir inmediatamente porque la noticia iba a aparecer esa noche en el programa de Glenn Beck. Irónicamente, Beck fue el único presentador de la Fox que al conocer el resto del discurso de Sherrod, pidió que sea reinstaurada en su puesto de funcionaria inmediatamente. El miércoles, Vilsack ofrecía volver a contratarla.
Shirley Sherrod se ha mantenido firme en sus principios y en sus trece. Yo espero que la Casa Blanca aprenda una lección.
Eugene Robinson
Premio Pulitzer 2009 al comentario político.
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