Eugene Robinson: «El síndrome del recuerdo distorsionado»
Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.
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Eugene Robinson – Washington.- Si no ha oído el nombre de Sue Lowden, vaya preparándose. Es una Republicana con bastantes números para convertirse en Senadora por Nevada, y a juzgar por su idea para limitar el gasto sanitario – los críticos la apodan «gallinas por chequeos» – amenaza con hacer que Sarah Palin suene a erudita legislativa.
Sí, he dicho gallinas.
Hay una idea más general que extraer de este tipo de pensamiento, o de ausencia de pensamiento, que ejemplifica Lowden. Pero primero, es mi deber relatar su peligrosa incursión en política sanitaria, que suena a buena premisa de un gag de los Monty Python.
Lowden, una acaudalada ejecutiva del juego, es la Republicana favorita en las primarias de la derecha para competir contra el titular Demócrata, el secretario de la mayoría en el Senado Harry Reid. Es ex senadora del estado de Nevada, ex secretaria del Partido Republicano estatal, ex presentadora de televisión y ex Miss Nueva Jersey. Las encuestas muestran que lleva por lo menos diez puntos de ventaja sobre Reid.
Hace tres semanas, en un foro de candidatos, Lowden criticaba la nueva reforma sanitaria y daba a conocer sus alternativas predilectas. Afirmó que «el trueque es muy bueno» y que la gente debe «lanzarse y negociar con su médico de cabecera».
El gabinete de la candidata difundió rápidamente un comunicado sugiriendo que Lowden había querido decir «regatear» en lugar de «trueque», y que la idea consistía en ofrecer el pago en efectivo siempre que el agente sanitario accediera a bajar el precio. Esto haría que ir al médico fuera como comprar un coche de segunda mano – menos porque un paso esencial del proceso de negociación es amenazar con irse a otro concesionario, lo que sería muy difícil si su problema es que se ha roto una pierna. Pero al menos no era tan demencial como lo que vino después.
La semana pasada, en una entrevista televisiva, Lowden insistía en que no, no se había equivocado, en realidad quería decir trueque. «Vamos a cambiar el sistema y hablar de cuáles son las posibilidades», dijo. «Le digo que esto funciona. Ya sabe, antes de que todo el mundo empezara a tener seguros, en los viejos tiempos, nuestros abuelos llevaban un pollo al médico. Le ofrecían pintar su casa… No me estoy cerrando por completo a este sistema».
La campaña de Reid envió por correo electrónico inmediatamente el vídeo de YouTube de las declaraciones de Lowden a la prensa, con el asunto: «En serio… ¿Ha perdido Sue Lowden un tornillo?» Los Demócratas se lo han pasado bomba con el «gallinas por chequeos» desde entonces – cuántas gallinas costaría una colonoscopia, qué tratamientos paga una cabra, ese tipo de cosas.
La campaña de Lowden llegó a difundir el testimonio de un médico que decía que «negociaba con los pacientes – a cambio de alfalfa, una bañera, trabajos de jardinería o herrar caballos». Pero el martes, Lowden finalmente se rendía y reculaba a la defensa del me han sacado de contexto, que es adonde recurren los políticos cuando se dan cuenta de que han dicho algo estúpido. El trueque nunca fue «una propuesta legislativa», anunciaba la campaña. Fin de la historia, espera Lowden.
Menos por la idea general que prometí. El resbalón de Lowden forma parte de una inquietante corriente de la política estadounidense en estos tiempos: la nostalgia por unos viejos tiempos que nunca existieron.
Sus palabras evocaban la imagen de un médico anciano de aspecto afable que hace visitas por los ranchos del municipio, supongo que en su caballo y su carruaje, y deja a todo el mundo como nuevo – «Ya me pagarás cuando puedas, Sue». Pero la verdad es que en aquellos tiempos, los médicos estaban acostumbrados a ver a morir a personas a consecuencia de enfermedades que hoy se curan con facilidad; las infecciones más simples y hasta el parto acarreaban importantes riesgos. La atención que podía brindar el facultativo no valía mucho más que un pollo.
La realidad actual es que Nevada es un estado altamente urbanizado – casi las tres cuartas partes de sus habitantes residen dentro y alrededor de Las Vegas – en el que el colapso del precio de la vivienda, la epidemia del desahucio por impago de la hipoteca y la falta de acceso a la sanidad son problemas tan graves como en el resto del país. No es de extrañar que algunas personas encuentren más atractivas unas cuantas fantasías en tono sepia.
Este mismo síndrome del recuerdo distorsionado contagia al movimiento de protesta fiscal, que se remonta a un tiempo imaginario en el que Estados Unidos era una utopía selvática en la que todo el mundo caminaba pacíficamente con armas de fuego y citando a Thomas Jefferson. Pero éste era un país grande, caótico y complejo antes incluso de que Jefferson fuera presidente, con importantes enfrentamientos por la esclavitud, la política económica y los derechos del individuo frente al bienestar social de todos. Por poner algunos.
Ah, y los médicos en realidad preferían ser pagados con dinero. No con ganado.
Eugene Robinson
Premio Pulitzer 2009 al comentario político.
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