La escasez de fertilizantes en Brasil provocada por la invasión rusa de Ucrania que ha bloqueado las exportaciones, quiere ser aprovechada por el presidente Jair Bolsonaro para recuperar su viejo plan de legalizar, por vía de urgencia, y simplificar la minería en territorio indígena en la Amazonia. Asegura que Brasil podría fabricar sus propios fertilizantes si puede explotar sus propios yacimientos y así no depender de exportaciones. Pero los ecologistas y los defensores de los indígenas advierten de que las tierras indígenas apenas hay el potasio necesario para desarrollar fertilizantes y además la minería tendría consecuencias catastróficas para el medio ambiente y las comunidades locales.

La guerra en Ucrania es «una oportunidad» para Brasil. Con esta premisa Jair Bolsonaro defiende que el Congreso brasileño apruebe, con un trámite de urgencia, una ley que autorizara la minería en «tierras indígenas» y simplificara drásticamente la concesión de licencias -hasta ahora cada autorización requería una resolución individual del Congreso-. El presidente brasileño asegura que así Brasil podría extraer potasio para desarrollar sus propios fertilizantes, vitales para su agricultura.

Rusia y Bielorrusia son los principales proveedores de potasio de Brasil y del mundo, pero desde la invasión de Ucrania han dejado de exportarlo, al igual que los fertilizante. Eso ha hecho que escaseen en el mercado y puede afectar a la productividad de la agricultura brasileña. El país es el mayor importador de fertilizantes del mundo y uno de los primeros productores de alimentos, por lo que Bolsonaro está utilizando la coyuntura actual  para defender sus viejos planes de autorizar la minería en tierras indígenas.

Pero aunque la amenaza para la seguridad alimentaria del planeta sea cierta, los críticos intuyen que se trata de una excusa del presidente brasileño: «Cambiar la ley para extraer materias primas para la producción de fertilizantes en estas áreas no es una solución. No resolverá la crisis de los fertilizantes, sino que creará enormes problemas sociales y ambientales», tuiteó Raoni Rajão, científico de datos de la Universidad de Minas Gerais, quien evaluó datos de dos organismos del Ministerio de Minas de Brasil sobre los depósitos de potasio en el país.

Rajão y su coautor, Bruno Manzolli, concluyen que solo el 11 por ciento de los depósitos de potasio registrados se encuentran en territorios reclamados por pueblos indígenas. La búsqueda de más yacimientos tampoco es urgente, ya que los yacimientos de materia prima ya conocidos podrían, según los investigadores, cubrir las necesidades de potasio de Brasil durante el resto del siglo. Y en el caso de aprobarse la ley y autoizarse nuevas licencias de minería, Brasil aún tardaría años en poder aprovechar el potasio.

Y los ambientalistas advierten de que la ley tendría poco impacto en el suministro de fertilizantes de Brasil pero unas consecuencias «devastadoras» para los pueblos indígenas y la selva tropical brasileña, sobre todo la amazónica. Y recuerdan que la minería provoca deforestación y los químicos utilizados envenenan el agua y el suelo, además de acelerar la erosión del terreno.

 

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