El baño de Sasha Obama y la expectación de los «peleles»
Decenas de curiosos, en organizada formación, observan el baño de una niña. El pais que permanece impasible ante un inmigrante si agoniza en la arena de la playa, se mantiene de pie durante horas, bajo un sol de justicia que cae a plomo, para atisbar fugazmente a la hija de los Obama. Si hay gesto se sentirán bien pagados: «son tan sencillos» -dirán-, si no lo hay, no habrá ni decepción. Es la España efímera de Julián Muñoz, del chascarrillo de chiringuito a golpe de sol y sombra.
Y es Estepona, junto a Marbella, sí. El lugar en el que la Demarcación de Costas ha autorizado cerrar 45 metros de playa para que Sasha respire oxígeno. Un acierto, a la vista de las patéticas imágenes, aunque toda una excepción a la norma democrática.
Pero ¿quién mira a quién? ¿Ella a ellos? ¿Ellos a ella? Bañadores decoloridos, barrigas bajas, algún pareo en desuso, brazos atrás o cruzados. Tampoco faltan las gorras blancas, seguramente, más de una, obsequio de promoción de gasolinera. Somos toda una fauna si se nos mira con atención.
El próximo año, mejor si eligen Mauricio. Seguramente hay menos peleles que todos los que estaban esta mañana en esa playa.
Cualquiera insinúa prohibir los toros en España.
PD [actualización] Con el objeto de evitar re-interpretaciones malintencionadas sustituyo en el titular la palabra «cateto» por la palabra «pelele» que <a href=»https://www.youtube.com/watch?v=Ephk_PJ_wW»>define mucho mejor a los protagonistas</a>. Espiar durante horas el baño de una niña de 9 años no es un comportamiento muy edificante, se explique como se explique.
Añado, además, algo que me recordaban en un post: Saramago dijo una vez que la persona más culta que conoció fue su abuelo y él no sabía ni leer ni escribir.
En efecto, no me imagino al abuelo de Saramago cotilleando el baño mediterráneo de la susodicha.
[Este post se publica simultáneamente en escolar.net]
¿Es posible que el concepto de «visita privada» incluya cerrar el monumento más universal de ese país soberano llamado España para la Sra. Obama, su séquito y su servicio de seguridad, y no se le permita a la Directora del Patronato Público que gestiona el Monumento, ser la guía de la visita, y menos, dejar constancia de la misma por medio del periodismo gráfico? ¿Es posible que la privacidad signifique que ni siquiera el Consejero de Cultura de la Junta de Andalucía, del que depende el Patronato, tenga acceso a estrecharle la mano a la invitada, «por razones de seguridad»? ¿Y es posible que nada de esto llegue, como nota de «amable crítica constructiva», a la Embajada de Estados Unidos en Madrid, para mejorar en el futuro estas visitas, si se le ocurriera volver con su marido? Si somos amigos de los Obama,hay que hacerle llegar a éstos directamente algunas indicaciones para mejorar su performance internacional.