Miguel Ángel de Santiago Mateos, Universidad CEU San Pablo
No hace tanto tiempo, entre 1936 y 1939, los españoles se enfrentaron en una guerra civil que dividió a vecinos, amigos y familias. En unos años previos a la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), esto hizo que dentro y fuera de España se estuviera muy pendiente de lo que ocurría en el país.
En ese contexto, dos de los personajes más conocidos, a nivel internacional, que consiguieron con sus imágenes y escritos transmitir qué sucedía en España fueron el fotógrafo de guerra Robert Capa y el escritor Ernest Hemingway.
Entre ambos profesionales existía, además, una cercanía personal que afectaría a la profesión. De hecho, las fotografías de Capa sirvieron de inspiración para los escritos de su amigo Ernest.
Un corresponsal comprometido con la República
Hemingway, quien ya tenía una vinculación previa con España, era un escritor conocido cuando decidió retomar la profesión periodística para cubrir el conflicto español para la North American Newspapers Alliance (NANA).
La estancia de Hemingway en la guerra supuso, en lo periodístico, la realización de treinta despachos para la prensa estadounidense y uno más, con mayor implicación personal, publicado en el diario soviético Pravda. También tuvo tiempo para describir a la sociedad española en escritos centrados en la vida cotidiana. A la creación de su imagen icónica como intrépido reportero contribuyó el hecho de ser uno de los corresponsales más conocidos del mundo, y el mejor pagado…
Con el tiempo, de su trabajo no solo transcenderían sus despachos de la guerra civil española. También lo haría una de sus obras más conocidas: Por quién doblan las campanas. A partir de una combinación de vivencias reales y contenidos de ficción, el premio nobel plasmó una visión apasionada en defensa de la causa republicana y del pueblo español. A propósito de ese enfoque, en el libro De Hemingway a Barzini. Corresponsales extranjeros en la guerra civil su autor, Daniel Arasa, comentaba lo siguiente:
“A los pocos días de transmitir la última de las crónicas de este período, Hemingway está de nuevo en Estados Unidos. Allí sigue mostrando su total implicación con la causa republicana con un optimismo inaudito, incluso insensato. […] Tal falta absoluta de realismo, tal confianza ciega, le impedía ver con claridad lo que estaba sucediendo, o trataba de autoconvencerse de lo contrario”.
La novela se convirtió en un referente del conflicto en el imaginario colectivo. Esta situación se vio potenciada además con la película homónima, protagonizada por Gary Cooper e Ingrid Bergman, que consiguió nueve nominaciones a los premios Óscar.
El instante de Capa
En lo que se refiere a Robert Capa, sus imágenes se acercan a la cotidianeidad utilizando el término, y el concepto, que Henri Cartier-Bresson denominó “instante decisivo”. Es decir, buscaba plasmar el cénit del acontecimiento en una imagen. En sus fotografías predomina el plano medio, huyendo de lo general o del detalle particular, despersonalizando y presentando gestos en blanco y negro, sin demasiada nitidez y con un grano que genera una atmósfera muy particular.
Capa realizó imágenes en varios conflictos. De hecho, también destacan aquí once imágenes que reveló del desembarco de Normandía, que destacan por la proximidad al suceso, por narrar el acontecimiento de la mejor manera posible, con imágenes ligeramente en movimiento y en las que la persona se configura como la principal protagonista.
Estas imágenes del Día D inspiraron un lenguaje visual similar en la película de Steven Spielberg Salvar al soldado Ryan, lo que resulta evidente en la escena del desembarco en las playas de Normandía. La estética contribuye a crear una atmósfera irreal y de misterio propiciada, sobre todo, por el grano de la película y el ligero desenfoque que ya hemos señalado como características de la narrativa del fotógrafo.
No obstante, sus imágenes bélicas están principalmente asociadas a la guerra civil española. Hay que destacar aquí que, en 1936, el hombre al que nos referimos, originalmente André Ernö Friedman, asumió el seudónimo de Robert Capa como propio. Anteriormente, esta firma había agrupado imágenes suyas, pero también de Gerda Taro –su pareja, creadora del seudónimo y fallecida en el frente de Brunete en 1937–, y de David Seymour (apodado Chim). Una vez definido que Capa era solo él, y desde casi el comienzo del conflicto armado, comenzó a publicar sus primeros reportajes en las páginas de la revista Vu. Posteriormente le acogen otras publicaciones como Regard y Ce Soir o la británica Picture Post.
El misterio del miliciano
Aunque Muerte de un miliciano, una de sus fotografías más conocidas, fue publicada en las revistas francesas en 1936, no se hizo internacionalmente famosa hasta que apareció en Life, en julio de 1937.
Es, sin lugar a dudas, una de las imágenes más publicadas del conflicto. Las circunstancias tan especiales que acompañan a esta imagen fotográfica –realizada en plena contienda– son las que quizá hayan contribuido a la polémica sobre su valor y autenticidad –¿una fotografía del instante o un montaje?–. Su autenticidad ha sido defendida, entre otros, por su biógrafo oficial, Richard Whelan. En una entrevista de enero de 1999 con El País semanal, Wheelan declaró:
“La controversia ha quedado definitivamente aclarada a favor de Capa gracias al descubrimiento de la identidad del hombre que aparece en la fotografía; se trata de Federico Borrell García, que cayó muerto en Cerro Muriano, a 12 kilómetros al norte de Córdoba, el 5 de septiembre de 1936”.
Sin menoscabar su valor simbólico en este proceso, el profesor José Manuel Susperregui, en una de sus investigaciones, profundiza en la polémica al reubicar, a partir del estudio orográfico, Muerte de un miliciano en el Cerro del Cuco en lugar de en el Cerro Muriano, donde estuvo localizada durante años.
Y afirma, en este estudio, a modo de conclusión que:
“Con esta nueva referencia sobre la localización, la lectura de la fotografía Muerte de un miliciano es totalmente diferente y demuestra que la versión del propio autor sobre esta fotografía es totalmente falsa, desmontando los distintos relatos propiciados a partir de su versión. Así como otras teorías que atribuyen su autoría a su compañera Gerda Taro”.
Con independencia de su autenticidad o no, lo que es indiscutible es el valor icónico otorgado a la imagen y su permanencia en el tiempo hasta nuestros días. No sólo es una de las fotografías más populares de Robert Capa, también es la más conocida de la guerra civil española y una de las imágenes bélicas más famosas del mundo. Con independencia de su carga propagandística, fue el primer paso hacia la instantaneidad dado por la fotografía de guerra.
Como vemos, la cercanía física e intelectual entre los corresponsales extranjeros y los periodistas españoles en la Guerra Civil propiciaron el desarrollo de fotografías y reportajes con gran carga ideológica y propagandística, potenciados precisamente por el valor de la firma. La población civil y la gente anónima, como parte de esta narrativa, se configuraron como nuevos protagonistas de las imágenes de guerra. Del mismo modo, lo cotidiano también estuvo presente en las crónicas.
Capa y Muerte de un miliciano, al igual que Hemingway y Por quién doblan las campanas, se asocian rápidamente a la guerra civil española como algo simbólico. Ambas obras quedan establecidas como icono propagandístico al servicio de la causa republicana, al igual que sus autores.
Miguel Ángel de Santiago Mateos, Profesor de Comunicación Audiovisual y Publicidad, Universidad CEU San Pablo
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.