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Fernando Berlín, el autor de este blog, es director de radiocable.com y participa en diversos medios de comunicación españoles.¿Quien soy?english edition.

 

El escritor Javier Cercas nos dijo una vez que el pasado siempre vuelve.

Ya en 2019 defendimos en La Cafetera que el perdón que demanda López Obrador es un tributo que no compromete a la sociedad española y que sin embargo supone un ejercicio de reparación que resulta extraño que desate las pasiones que hemos visto en los últimos días. Lo explico:

En el 2008 la Cámara de representantes de EEUU aprobó una resolución por la que pedía disculpas a los afroamericanos por la esclavitud y la segregación racial posterior. En Australia se pidió perdón por el trato a los aborígenes, al igual que en Canadá se hizo con los indígenas; En Serbia el presidente pidió perdón a Bosnia y lo hizo de rodillas por la matanza de Srebrenica en el 95; También la ONU afirmó públicamente que no hizo lo suficiente para evitar la matanza de los ochocientos mil tutsis que murieron en Ruanda en 1994. En 2015 el Congreso español aprobó el proyecto de Ley que concedía la nacionalidad a los sefardíes de los descendientes de los judíos que fueron expulsados de España en el siglo XV; El Papa Juan Pablo II pidió disculpas en nombre de la Iglesia por la violencia y la persecución durante la Inquisición e incluso el actual Papa Francisco lo hizo por la evangelización forzada en México. En Alemania se pidió perdón al pueblo judío por el Holocausto, en Francia por su papel en Argelia y en Japón se pidió perdón por maltratar a los prisioneros canadienses en la II Guerra Mundial. Al fin y al cabo no cuesta tanto pedir perdón.

Quienes eluden pedir disculpas en España lo hacen amparándose en el paso del tiempo, en la lectura «interesada» de la historia o en el miedo a que ese relato de la Conquista se imponga sobre el que reinó durante décadas. Y cabe pensar, claro, que esta nueva lectura de los acontecimientos no sea amplia ni totalmente fiel a los hechos. Seguramente ninguna lo es.

Pero, incluso aceptando que estamos ante una relectura moderna, si miles de personas están incorporando a su identidad este nuevo sentimiento, ¿Cuál es exactamente el problema de servirnos de esta oportunidad que nos brinda el pueblo mexicano para intensificar el hermanamiento en lugar de distanciarlo? ¿acaso se puede presumir espada en mano de toda la obra de la Conquista?

El pasado siempre vuelve y cuanto antes lo afrontemos mejor.

Fernando Berlín

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