Un estudio de la agencia para los refugiados llevado a cabo en México señala que todas las mujeres participantes expresaron haber experimentado algún tipo de violencia, ya sea durante el proceso migratorio o como la razón principal que las llevó a tomar la decisión de abandonar sus países de origen.


Un estudio de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) reveló que la violencia de género es una experiencia constante para las mujeres migrantes. Bajo el título Afrontando riesgos de violencia de género en México: la perspectiva de personas forzadas a huir, el documento destaca que todas las mujeres que participaron en el estudio expresaron haber experimentado algún tipo de violencia. En muchos casos, la violencia de género fue la razón de abandono del país de origen y, en otros, su principal motivo para desear salir de México.

Las experiencias fueron sobre todos los tipos de violencia de género: violación, agresión física, agresión sexual, matrimonio o uniones forzadas, denegación de recursos o servicios y maltrato psicológico o emocional; en varios casos se experimentó dos o más tipos de violencia.

La agencia elaboró el estudio a partir de entrevistas con mujeres sobrevivientes y grupos focales con mujeres y hombres en situación de movilidad. Así, recopila la perspectiva de personas en proceso de regularización, refugiadas y con necesidades de protección internacional sobre la violencia de género, así como los riesgos a los que se enfrentan en sus trayectos y en México. Las personas también compartieron mecanismos para afrontar esos riesgos, así como los servicios que conocen para buscar ayuda.

Víctimas del crimen organizado

En muchos casos, mujeres que viajan solas, con niños o adolescentes o en grupo por la frontera sur son interceptadas por miembros del crimen organizado y se enfrentan a alguna forma de violencia sexual, secuestros extorsivos o, en casos donde la mujer es separada o aislada, de violaciones tumultuarias.

En otros casos, los perpetradores trabajan en el sector del transporte. El informe señala que las personas en situación irregular, que no han accedido al sistema de asilo, encuentran mayores riesgos de exposición a la violencia de género. La desconfianza provoca que se acerquen con menor frecuencia a servicios de respuesta.

Sin embargo, las personas solicitantes de la condición de refugio y las refugiadas indicaron que era más fácil acceder a estos servicios al entrar en contacto con autoridades y organizaciones. Los hombres que participaron en la evaluación también compartieron experiencias de violencia de género, especialmente relacionadas a incidentes de secuestro por crimen organizado.

Un proceso migratorio lleno de miedo y ansiedad

Todos los participantes calificaron sus experiencias de movilidad como llenas de miedo y ansiedad. Reconocieron utilizar distintos mecanismos para protegerse de la violencia, tales como uso de métodos anticonceptivos, viajar con el perpetrador de violencia familiar como una forma de protección, mantener relaciones de pareja con hombres que conocen en el camino, someterse a la agresión sexual para proteger a sus hijas y cambiar de localidad o de ruta cuando el agente perpetrador de violencia localiza a las mujeres, entre otras.

Las organizaciones humanitarias y entidades de gobierno como los Centros de Justicia para Mujeres y los Institutos de la Mujer, son espacios clave para recibir asistencia, según los participantes. El informe concluye que el trabajo formal y pagado de forma justa es la principal vía para superar el proceso de movilidad y las experiencias violentas.

Por ello, la agencia recomienda proporcionar documentación para trabajar temporalmente y mayores facilidades para el reconocimiento de sus títulos universitarios o certificaciones, entre otras medidas.

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