Abuchear un himno
Iñaki Gabilondo en Noticias Cuatro: «Un apunte en torno a la final de ayer en Valencia. Tal vez los himnos y las banderas no debieran tener el carácter de símbolo sagrado que hoy tienen. Como vinieron se irán, y seguramente ese será un buen día. Pero, hasta entonces, habríamos de tratarlos con delicadeza. Y no por ellos -trapo y chunda chunda, en última instancia- sino por lo que significan para mucha gente. Los himnos no se deben abuchear, ni el español, ni el francés, ni el rumano, ni el de Níger, ninguno. Ni, por supuesto, el Gora ta Gora de Euskadi o Els Segadors catalán. No pueden abuchearse a no ser que se quiera ofender. Y aquí es a donde queríamos llegar. Seguramente muchos de los que ayer abroncaron la interpretación del himno nacional no querían ofender a nadie, ni pensaban estar haciéndolo. Es más, es probable que muchos de ellos pertenecieran a ese alto porcentaje de ciudadanos vascos o catalanes que reconocen sentimientos de identidad plural. Pero que han incorporado a su gestualidad pública, sin analizarlo ni mucho ni poco, los gestos diseñados por los sectores más radicales. Esos que, ellos sí, consideran a España un enemigo cuya presencia debe ser combatida en cada detalle, grande o chico, de la vida cotidiana. Desde hace mucho tiempo esos sectores llevan la batuta en el control de lo simbólico. Y muchas personas que no comparten exactamente sus ideas bailan, sin embargo, al compás que ellos marcan. Hubo ayer, por tanto, un abucheo lúcido y otro seguidista, gregario. Y es a éste al que nos referimos. Porque, además de que los himnos no se deben abuchear, por respeto a quienes los valoran, es necesario reflexionar sobre la gran cantidad de terreno cedido por las mayorías educadas a las minorías maleducadas, por las mayorías moderadas a las minorías radicalizadas. Y lo importante que va a ser recuperar ese terreno. Se piense políticamente como se piense, incluso aunque se quiera la independencia de Euskadi o de Cataluña.»