Gallardón y Botella: ¿Tenéis vuestra casa como tenéis el centro de Madrid?
El centro de Madrid es una de las zonas más degradadas y sucias de la ciudad, y no ha dejado de serlo. A pesar de las obras de rehabilitación del barrio, planificadas con absoluto desdén no hace ni dos años, las calles están llenas de baches y socavones de nuevo, síntoma de lo bien que se ejecutan aquí las obras.
El centro de Madrid tiene aroma de orines y basura pues los servicios de limpieza actúan sin baldear las calles y con poquísima frecuencia. Las alcantarillas, recién colocadas, huelen a desagüe. ¿Cómo es posible que nadie del Ayuntamiento se de cuenta? ¿Acaso quienes viven en el Barrio Salamanca tienen derecho a un alcantarillado diferente? ¿a jardineras? ¿a otra limpieza?
La plaza de Luna es otro buen ejemplo de las diferencias que hay cuando se abordan los problemas de este barrio. Fue reformada no hace mucho, en pleno calendario electoral, y convertida en una enorme mole de hormigón que tenía como objeto atraer ferias e instalaciones de los comerciantes. Pero la zona es desoladora. Cuando el Ayuntamiento la arregló no colocó una sola jardinera y la única idea original consistió en la instalación de un jardín vertical en un alejado espacio, que hoy está prácticamente seco y que nada tiene que ver con el de La Caixa. En el otro extremo, el ayuntamiento, colocó una fuente que brota del suelo y que va camino de convertirse en el mayor surtidor de infecciones de la zona.
La Fuente de la Plaza de Luna
Es de imaginar que sus aguas no sufren demasiados tratamientos antes de entrar y volver a salir de los chorros. Pero los niños se refrescan en esas aguas como si se tratara de una piscina, en el mismo lugar donde orinan los perros de la zona. El viernes al pasar por allí pregunté a un trabajador del Ayuntamiento, del área de Medio Ambiente, y me advirtió que además se utiliza agua reciclada, por lo que el baño no está precisamente aconsejado. Todo un balneario urbano para los hongos.
Cada día, el sol cae a plomo en esa mole de hormigón sin que los raquíticos árboles plantados alrededor puedan hacer nada por resolverlo.
El desdén del Ayuntamiento contagia la actitud : la ciudadanía desprecia su cuidado.
Lo que ví la semana pasada es muy simbólico. Nokia instaló durante 3 o 4 días una «playa urbana», con plantas, mobiliario etc, todo muy bonito, muy selvático, (por cierto, incorporando también la mencionada fuente), muy privado, y como siempre.. muy efímero. Para entrar se requería hacer cola y pasar el visto bueno de sus vigilantes privados.
Cuando pasaba por la zona me fijé en un guardia jurado de la instalación que estaba tratando de saltar la valla azul agarrándose a uno de los arbolitos de la plaza, para salir del perímetro. El hombre, de peso consistente y agilidad discutible, se fue al suelo tronchando en dos el raquítico árbol del ayuntamiento.
Un accidente lo tiene cualquiera, incluso aunque la idea del salto de pértiga no fuera la mas brillante. Mi enfado vino días después al comprobar que el árbol seguía allí -ya sin feria-, pero de nuevo erguido, como si nada hubiera pasado. Alguien lo había atado con una abrazadera al tronquito partido, como si nada, como si estuviera dispuesto a echar raices de nuevo.
Todo muy de este barrio. Total, ¿a quien le importa? ¿A Ana Botella? ¿A Alberto Ruiz Gallardón?