Aritmética de Enfermedades Sociales I
El síndrome de «aquí aparco por narices» más el síndrome de «cómo es posible que yo no sea el Rey de España» suman el también poco conocido (por este nombre) síndrome de «yo lo sé todo y en cuanto pueda me vais a oír».
Estas enfermedades no tienen ninguna peligrosidad para los demás excepto que se mande algo. Es decir, maltratadores, jefes, políticos, y fuerzas de seguridad varias.
Síndrome de «aquí aparco por narices»: dícese de ver la columna, chocarse e insistir; también referido al completo convencimiento de que lo que pensamos es más real que la realidad misma. Suele terminar odiando las columnas. Se cura volviendo a la autoescuela.
Síndrome de «cómo es posible que yo no sea el Rey de España»: dícese de levantarse por la mañana y sorprenderse, una vez más, de que sigamos sin ser el Jefe. Suele terminar en paro. Se cura aceptando quién uno es, y volviendo a la autoescuela.
Síndrome de «yo lo sé todo y en cuanto pueda me vais a oír»: dícese del fascismo. No se cura.
El fascismo ya no existe en España. No se puede hacer caso a las minorías insignificantes porque entonces es cuando se les da poder.
No se puede estar constantemente mirando hacia atrás. Mejor que te dé la brisa de aire fresco en la cara, no en el cogote por estar de espaldas, además te perderás todo…
El argumento de que en España no existe el fascismo es una nueva demostración de que no se cura. En tu descargo reconozco que todos llevamos un Franquito dentro, y contra ese debemos luchar constantemente.
Que haya fascismo en el lado fascista, lo entiendo, pero que lo haya en la izquierda, me resulta bastante triste. Aunque pensándolo bien, el comunismo es igual de deleznable que el fascismo.
No llevamos un franquito dentro. Yo no lo llevo. Ni un Castro, ni un Lenin.
Veo que los años no te han moderado. Sigues igual de intransigente.
Por supuesto, todo sin acritud.