La nueva forma de oposición conservadora: Poner en peligro al país, para tumbar al gobierno
En una llamada desesperada, Barack Obama, advirtió ayer por televisión que de no alcanzar un acuerdo con los republicanos para aumentar el techo de la deuda, el país se arriesga a caer en una «profunda» crisis económica.
Según el Tesoro de Estados Unidos, si no hay acuerdo antes del 2 de agosto, el gobierno se quedará sin fondos para hacer frente a sus obligaciones y deberá declararse, parcialmente, en suspensión de pagos. Obama pidió a los congresistas republicanos que abandonen los «juegos políticos».
Al parecer los conservadores torpedean todas las conversaciones y tratan de aprovechar la desesperación del Gobierno en la negociación bloqueando constantemente los acuerdos. No importa si se pone en riesgo la estabilidad o la economía del país: si cae el gobierno bien, pero si se mantiene saldrá de la crisis insitucional en una situación de extrema debilidad, haciendo concesiones enormes.
Lejos de tratarse de una situación exclusiva de los EEUU, la estrategia se repite en otros lugares del mundo. La oposición, cuando es necesaria en los equilibrios parlamentarios, está rompiendo los acuerdos implícitos de la convivencia política. Ahora la estabilidad estructural del país y sus instituciones se maneja a capricho. Todo vale si se trata de tomar el poder.
Lo hemos visto en Portugal, donde los socialistas se vieron empujados a unas elecciones tras negarse a aplicar recortes que después, cuando la derecha ganó, parecían propios de aficionados, llevándolos más allá de lo impuesto por los organismos internacionales. Pero pasó también en España cuando el PP trató de provocar la caida del gobierno, y estuvo a punto de conseguir la intervención del pais con su voto contra el plan de ajuste del gobierno. La estabilidad institucional fue salvada gracias a los nacionalistas.
Y es que hasta hace no mucho tiempo existían unas normas tácitas de convivencia institucional que rara vez se vulneraban. Se negociaban los presupuestos sí, pero nunca a riesgo de menoscabar la economía de un país o su confianza. Había una serie de líneas rojas,-aquellas que afectaban a la economía, o la estabilidad interna- que solo se cruzaban en situaciones excepcionales.
Ahora no. La política del todo vale se instala lentamente, utilizando para ello la lucha contra el terrorismo, los secretos de Estado e incluso la estabilidad financiera. Ahora ya no se amenaza con dejar caer el país, se intenta hacer.
El columnista del Washington Post Eugene Robinson explica lo que acontece en EEUU . Y es tan facil encontrar paralelismos:
Así es como se negocia al estilo del Partido Republicano: se empieza por hacer exigencias absurdas. Se intimida a los rivales hasta que cedan la práctica totalidad de lo que se quiere. En lugar de aceptar el acuerdo, se añade un amplio abanico de exigencias radicales nuevas. Deje caer que no le gustaría que nada malo le sucediera al rehén que ha hecho – el bienestar de la nación. En la medida de lo posible, actúe y suene igual que Jack Nicholson en ??El resplandor?.
Esta estrategia les fue tan bien a los Republicanos que no es ninguna sorpresa que la vuelvan a utilizar, esta vez en la innecesaria lucha por lo que debería ser una subida rutinaria del umbral de endeudamiento.»