Así perjudica la atención mediática a las candidatas políticas
El video bailando de Sanna Marín, entonces primera ministra de Finlandia, y la polémica que generó en los medios fue quizás el caso más paradigmático, pero en general las mujeres que se dedican a la política en todo el mundo suelen tener que enfrentarse a una atención mediática diferente a la de los hombres. Se suele resaltar aspectos personales, su físico o su forma de vestir en muchísima mayor proporción. ¿Pero cómo impacta eso en sus carreras y en sus perspectivas electorales? En The Conversation recogen el último análisis académico que evalúa los tipos de cobertura mediática y sus efectos. Y destaca cómo cuando se refuerzan los estereotipos de género o la atención se centra en la apariencia física, las mujeres políticas salen claramente perjudicadas.
Tobias Rohrbach, University of Fribourg; Daphne Joanna van der Pas, University of Amsterdam y Loes Aaldering, Vrije Universiteit Amsterdam
En agosto de 2022 se filtró un vídeo de la primera ministra finlandesa, Sanna Marin, bailando en una fiesta. Los medios de comunicación reaccionaron masivamente ante lo que era, básicamente, una joven política pasándoselo bien. Las acusaciones corrieron como la pólvora, hasta el punto de que tuvo que someterse a un control antidopaje para acallar las especulaciones sobre su vida privada.
Aunque Marin fue exculpada de cualquier delito, posteriormente ha dejado el cargo, tras perder las elecciones generales de abril de 2023 en Finlandia. Cuesta creer que toda esa negativa atención mediática en los meses previos a las elecciones no influyera en su resultado en las urnas.
Los reportajes sobre las mujeres políticas suelen ser menos favorables que los dedicados a hombres, prestando más atención a la apariencia física y a la vida personal o familiar y menos a las cuestiones políticas y a los rasgos de liderazgo. Los políticos incluso intentan fomentar este desequilibrio para desacreditar a sus oponentes, pero no siempre lo consiguen.
Numerosos académicos han examinado si determinados tipos de cobertura tienen un efecto diferente en los votantes para los candidatos políticos masculinos y femeninos. En nuestra investigación, recopilamos sus estudios para responder a la pregunta de qué tipos de cobertura mediática perjudican o recompensan desproporcionadamente a las mujeres políticas.
Recopilamos todos los estudios existentes que analizaban el impacto de los mensajes de los medios de comunicación en los que se mencionaba o destacaba el sexo de un político. Había muchos datos: 50 experimentos, con 671 resultados de evaluación basados en más de 23 000 participantes de Norteamérica, Europa y Corea del Sur. Nos centramos en evaluar qué tipos de cobertura mediática dan lugar a evaluaciones diferentes de candidatos y candidatas.
Nuestro meta-análisis revela cuatro ideas clave sobre cómo el tratamiento de los medios de comunicación afecta a los candidatos políticos masculinos y femeninos.
Los votantes no son parciales por naturaleza
Lo primero que descubrimos fue que, en general, los votantes no son intrínsecamente parciales cuando se trata del sexo de un candidato. Muchos tipos de mensajes de los medios de comunicación tuvieron un impacto similar en las evaluaciones de los votantes sobre los candidatos masculinos y femeninos. Esto encaja bien en la idea general de similitudes de género, y ha sido respaldado por pruebas de otras elecciones, encuestas y experimentos.
Esto nos lleva a concluir que la cobertura mediática de los políticos desempeña un papel importante en la evaluación de los candidatos y las candidatas.
Reforzar los prejuicios
Cuando la cobertura mediática influye en la percepción de los políticos y las políticas, refuerza sobre todo las creencias estereotipadas preexistentes sobre el género.
Se supone que los hombres son más ambiciosos, sensatos y orientados a objetivos. A las mujeres, en cambio, se las considera más emocionales, cariñosas y cooperativas, un conjunto de rasgos que en nuestro análisis denominamos “comunalidad”.
Estas suposiciones afectan a la forma en que los votantes ven sus puntos fuertes en política. Se suele pensar que los hombres son buenos para gestionar lo que se consideran cuestiones masculinas, como las crisis económicas o las amenazas terroristas. Las mujeres, en cambio, se consideran mejores en cuestiones políticas como el bienestar, la sanidad o la educación.
Algunos medios de comunicación exacerban estas creencias. En el estudio comprobamos que cuando los medios de comunicación hablan de un candidato que expresa emociones, aumentan las percepciones de comunalidad entre las candidatas más que entre los candidatos. Es decir, se las considera cariñosas pero sin capacidad para tomar decisiones objetivas. Por lo tanto, el mismo tipo de cobertura tiene efectos diferentes en cómo los votantes perciben a los candidatos masculinos y femeninos.
Del mismo modo, la información de los medios de comunicación sobre la personalidad de un candidato también amplía la brecha de género, especialmente cuando se centra en rasgos estereotipados masculinos o femeninos. La cobertura de los hijos de un candidato, en particular, refuerza la suposición de que las candidatas son mejores para tratar “cuestiones políticas femeninas”.
Por tanto, cuando los medios de comunicación prestan atención a los políticos, reafirman los estereotipos, las expectativas de los roles de género, y la masculinidad del ámbito político.
Atención que perjudica a las candidatas
Algunos mensajes de los medios de comunicación perjudican directamente las posibilidades de las mujeres políticas en las urnas. Las discusiones sobre su aspecto o sus familias fueron dos áreas que desencadenaron respuestas especialmente desiguales entre candidatos y candidatas. Las respuestas de los medios de comunicación al estilo sartorial de Sanna Marin en una sesión de fotos de 2020 son un buen ejemplo de ello, mientras que las políticas británicas Nicola Sturgeon y Theresa May recibieron un trato similar en 2017.
Se descubrió que el atractivo desempeñaba un papel algo inesperado, ya que cualquier tipo de cobertura que evaluara el atractivo de las mujeres políticas –ya fuera negativa, neutral o positiva– tenía un impacto negativo en las preferencias de los votantes. Por lo tanto, cualquier tipo de atención a la apariencia es desproporcionadamente perjudicial para las candidatas.
No toda la atención es mala
También descubrimos que hay mensajes mediáticos que recompensan a las candidatas en comparación con sus homólogos masculinos, como los ataques durante la campaña. Cuando los medios de comunicación informan sobre ellos, las mujeres políticas son castigadas con menos dureza que los hombres. Por ejemplo, un anuncio negativo de campaña que hacía hincapié en el comportamiento corrupto e inmoral de un candidato masculino era más eficaz para reducir la intención de voto que el mismo mensaje sobre una candidata femenina.
Este tipo de atención mediática tiende a apoyarse en gran medida en estereotipos de género o sexismo flagrantes. Esto lleva a menudo a los votantes a sobrecompensar a favor de una candidata, e incluso pueden despertar sentimientos de protección hacia ellas. Este es un ejemplo muy claro de actitudes sexistas benévolas en juego.
Buenas y malas noticias
Hay buenas y malas noticias en nuestras conclusiones. La buena es que, en la mayoría de los casos, los votantes no discriminan sistemáticamente entre candidatos y candidatas. En teoría, esto debería dar lugar a una mayor representación de las mujeres en los cargos políticos.
La mala noticia es que los votantes responden a los mensajes de los medios de comunicación sobre los candidatos masculinos o femeninos reafirmando los estereotipos. Y en algunos casos, eso les perjudica electoralmente.
Si a esto le sumamos el hecho de que los medios de comunicación políticos están predispuestos en contra de las mujeres, prestándoles menos atención en general y centrándose en su vida personal, el resultado es que, cuando los votantes discriminan en función del sexo, casi siempre es en detrimento de las candidatas.
Tobias Rohrbach, Early postdoctoral researcher, University of Fribourg; Daphne Joanna van der Pas, Associate Professor, University of Amsterdam y Loes Aaldering, Associate Professor in Comparative Politics, Vrije Universiteit Amsterdam
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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