El destino de Carme Chacón
El nombre de Carme Chacón figura desde hace meses en las quinielas para suceder a Zapatero. Esta semana, finalmente, la propia Ministra dejó públicamente la puerta abierta a participar en unas primarias. Porque los militantes son los que tienen que tomar la palabra, en el asunto de las candidaturas -insistió.
En efecto, Chacón tampoco se tiró de cabeza a la piscina aunque es lógico que no lo haga mientras no se sepa si hay agua o no dentro. Y a decir verdad, en este momento, por no haber, no hay ni siquiera piscina y lo que si dejó muy claro la ministra de defensa, es que en caso de que Zapatero sea el candidato, ese será el nombre por el que apostará ella.
Pero la presentación en sociedad de Chacón como posible aspirante estuvo llena de simbolismos y metalenguaje. El testigo le fue entregado por María Teresa Fernández de la Vega, todo un gesto dado que sus relaciones han pasado por tantos desencuentros como encuentros. Pero que una mujer que afianzó el poder paritario en el Consejo de Ministros entregue el testigo así a Chacón, no es un asunto menor.
Tampoco lo es el hecho de que entre los asistentes se encontrasen siete ministros y una presencia muy simbólica, la de Josep Borrell, el candidato que un día venció en las primarias al aparato y, al entonces mejor valorado, Joaquín Almunia. Paralelismos hay con la situación actual y sobre todo, su asistencia, circunscribe ideológicamente a Chacón en términos de progresismo. Apoyos no le faltan ni dentro ni fuera del partido, como queda constatado en el termómetro que es la red, según la pequeña búsqueda que hemos realizado entre los blogs españoles.
Probablemente la declaración de intenciones, -si es que se puede hablar de tal en este momento- no haya sentado muy bien en el entorno de Alfredo Pérez Rubalcaba pues demuestra de nuevo que el PSOE es imprevisible y la experiencia nos dice que el candidato oficial suele salir perjudicado en caso de que se abra un proceso de primarias. Eso siempre aleja el ensueño de la aclamación. Pero vamos, la partida ni siquiera ha empezado.