La sonda china Chang’e 6 aterrizó en una remota región china de Mongolia con material lunar recogido que incluye pistas sobre la historia de nuestro satélite y del propio sistema solar. Es la primera vez en la historia que una misión espacial recoge muestras de la cara oculta de la Luna y según detallan en Sinc, la sonda tuvo que superar desafíos en esta zona que destaca por las altas temperaturas, las limitaciones de comunicación y la abundancia de cráteres aunque está también a salvo de las interferencias electromagnéticas.


La cápsula de la sonda china Chang’e 6, que comenzó su misión hace casi dos meses para recoger por primera vez en la historia muestras de la cara oculta de la Luna, se ha posado este 25 de junio con su cargamento en la región septentrional china de Mongolia Interior. El orbitador soltó el módulo de reentrada con las muestras del proyecto de exploración lunar al entrar en la órbita terrestre, antes de llegar con éxito a la zona prevista a las 14.07 hora local (06.07 GMT).

«El módulo de retorno entró en la atmósfera a una velocidad en torno a los 11,2 kilómetros por segundo a una altitud de 120 kilómetros sobre la superficie terrestre», momento en el que empezó las maniobras de desaceleración, ha informado la Administración Nacional del Espacio de China (ANEC).

Cuando la sonda llegó a unos 10 kilómetros de la superficie, la Chang’e 6 abrió el paracaídas, el último paso de la maniobra de reducción de la velocidad, que le sirvió para mantener una altitud estable y aterrizar de manera suave en el sitio marcado. Después de izar una bandera del gigante asiático en el sitio del aterrizaje, en el área de Siziwang (provincia de Mongolia Interior), los equipos de recuperación comenzaron a preparar la cápsula para su traslado por vía aérea hasta Pekín, donde se abrirá para extraer las muestras recolectadas.

“La misión lunar de la Chang’e 6 ha finalizado con éxito”, anunció el director de la ANEC, Zhang Kejian, en una conferencia de prensa posterior al aterrizaje. Por su parte, el presidente chino, Xi Jinping, extendió sus felicitaciones y destacó el esfuerzo de China por convertirse en una potencia espacial y tecnológica: «Durante los últimos 20 años, todos los involucrados en el proyecto de exploración lunar han escalado las cumbres de la ciencia y la tecnología, logrando destacados avances que han captado la atención mundial».

El regreso de la Chang’e 6 marca un nuevo éxito del programa Chang’e (bautizado así en honor a una diosa que, según la mitología china, vive en la Luna), que comenzó con el lanzamiento de una primera sonda orbital en 2007 y que ya había logrado alunizar por primera vez en la cara oculta del satélite en 2019 y traer muestras de su cara visible en 2020.

La sonda, cuyo viaje de ida y vuelta se ha prolongado durante unos 53 días, trae consigo unos dos kilos de muestras de roca de la cara oculta de nuestro satélite, las primeras recogidas por los seres humanos. Las muestras podrían arrojar luz sobre el pasado de la Luna y del sistema solar.

Los científicos podrán confrontar las rocas con material recogido previamente en la cara visible de la Luna «y comparar su composición química para hallar pistas acerca de por qué las dos caras del satélite son tan diferentes», explicó el astrofísico de la Universidad de Hong Kong Quentin Parker, citado por el diario hongkonés South China Morning Post.

Una cara visible y otra oculta

La gravedad de la Tierra ha afectado la rotación lunar a lo largo de miles de millones de años, frenándola hasta que los tiempos de rotación y traslación se igualaron: la Luna tarda aproximadamente 27,3 días tanto en girar sobre su eje como en completar una órbita alrededor de nuestro planeta. Como resultado, siempre muestra la misma cara a la Tierra.

A diferencia de la cara visible, la apenas explorada cara oculta está marcada por un terreno accidentado, con una cantidad mayor de cráteres, y está a salvo de las interferencias electromagnéticas terrestres, proporcionando un entorno ideal para la colocación de instrumentos científicos.

La sonda superó desafíos significativos durante la recogida de muestras, entre los que destacan las altas temperaturas y las limitaciones de comunicación con la base en la Tierra, lo que provocó que la Chang’e 6 tuviera solo 14 horas para recabar las muestras, siete menos que las que tuvo su predecesora Chang’e 5 para reunir rocas de la cara visible de la Luna.

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