Algunas voces hablan ya de los «peores disturbios desde el asesinato de Martin Luther King»- Y a pesar de que Donald Trump ha acusado a la «extrema izquierda» y a movimientos antifascistas de estar detrás de las protestas que sacuden más de 75 ciudades norteamericanas, el malestar que se ha instalado en el país es mucho más profundo y viene de lejos. Y la rabia se ha expandido tanto que algunos han cometido saqueos e incendios en numerosos puntos del país. Uno de los incidentes que se produjo este fin de semana en Washington, llegó incluso tan cerca de la Casa Blanca que obligó a llevar al presidente al bunker subterráneo y a apagar las luces del edificio.

casa-blanca-protesta-floyd

Pero la violencia con la que una parte de los manifestantes están protestando, además de provocar una crisis de seguridad, también ha evidenciado como el racismo sigue siendo una herida no cerrada que atenaza a la sociedad estadounidense. Y es un problema muy amplio. Muchos reclaman que el debate debe centrarse, además de sobre la brutalidad policial,  sobre la desigualdad, los discursos de odio, la segregación urbana o la falta de oportunidades laborales. La activista Tamika Mallory resumía en esta intervención algunos de los motivos de la indignación de la comunidad afroamericana y las reclamaciones concretas que piden.

La detención de los implicados en la muerte de George Floyd y su procesamiento es una de las demandas más concretas que se están formulando. Porque las denuncias de discriminación de la comunidad afroamericana están más que sustentadas con cifras. En Minneapolis, donde ha muerto Floyd, un ciudadano negro tiene nueve veces más posibilidades que un blanco de ser detenido por un delito menor. Y en todo EEUU un afroamericano tiene tres veces más posibilidades que un blanco de morir a manos de la policía. Pero además de estas cifras, el aspecto que irrita especialmente a la comunidad negra de EEUU es la impunidad. El 99% de los agentes que matan no son siquiera imputados y de ese 1% que sí es llevado a juicio, tres cuartas partes no son condenados.

Esta situación no sólo es denunciada por el movimiento ‘Black Lives Matter’ (las vidas negras importan) que es uno de los principales colectivos que lideran las protestas, sino que también es reconocida por destacados políticos. El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, lleva varios días, incluso después de ver los disturbios y saqueos que se están produciendo en su territorio y que tiene que controla, enfatizando que entiende a los manifestantes y apoya sus reivindicaciones: «La muerte de George Floyd no es un incidente aislado, es un capítulo más de un libro que lleva por titulo `la continua injusticia y desigualdad de América´. No es por una situación, sino por la misma situación que se repite una y otra vez.»

También ha insistido Cuomo en que el «auténtico problema es el racismo continuado en EEUU es crónico, endémico e institucional. Y habla de una hipocresía colectiva. Somos muy buenos en decir a otros como deben vivir o actuar, pero seguimos discriminando en base al color de la piel». Aunque ha añadido una advertencia: «la violencia nunca funciona».

Imagen de previsualización de YouTube

[Ver video]

Además de algunos políticos, numerosas personalidades en EEUU se han pronunciado sobre la muerte de George Floyd y al racismo que sigue sacudiendo a la sociedad norteamericana y cobrándose vidas. Y, por ejemplo en el mundo del deporte, en esta ocasión han intervenido desde algunos conocidos por su militancia como LeBon James a otros como Michael Jordan, precisamente criticados por no haberse comprometido hasta ahora con causas raciales. Además han hecho oír su voz figuras como Beyoncé, Madonna o Ryan Reynolds, entre otros muchos. Y el actor John Cusak incluso ha denunciado que la policía le golpeó mientras participaba en una protesta.

Donald Trump también ha sido señalado por empeorar la situación. A pesar de que ha condenado lo sucedido con George Floyd y ha prometido una investigación, sus declaraciones  asegurando «cuando empiezan los saqueos, empiezan los tiroteos» o las «manifestaciones están instigadas por antifascistas y extrema izquierda» han sido calificadas de «incendiarias». Amnistía Internacional le ha acusado de de usar una retórica racista y supremacista y de estar instigando a la violencia. E incluso la alcaldesa de Altanta, le ha pedido que se calle «Cada vez que habla, empeora las cosas. Hay momentos en que hay que permanecer callado», le ha dicho desde la CNN.  

En parte la reacción de Donald Trump se explica como un intento de llevar la crisis a su terreno, señalando a un enemigo reconocible -la organización Antifa-, acusando a los demócratas de blandos. Una retórica que ya le ha funcionado en otras ocasiones y que además, dada la próximidad de las elecciones de noviembre, también le permite desviar la atención de su gestión de la pandemia de coronavirus. Y la violencia desatada en las manifestaciones le facilita asimismo el respadlo del votante medio asustado por las imágenes de destrucción y caos.

Como en otras ocasiones, las protestas por la muerte de Floyd empezaron siendo pacíficas y fueron posteriormente derivando en algunas actitudes violentas. Durante el fin de semana, la agresividad con enfrentamiento, incendios y pillajes, ha ido ganando espacio y terreno. En Minneapolis, irónicamente el alcalde, en contraposición a Trump, acusó a grupos de supremacistas blancos de acudir a la ciudad para provocar mayor caos.

Las escenas de gran violencia vistas en muchas otras ciudades, desde Nueva York a Los Angeles, pasando por Altanta han motivado que se decrete un toque de queda en más de 40 localidades y que se despliegue la Guardia Nacional para intentar controlar los disturbios. Todo esto provocado la cancelación de muchas manifestaciones ante el temor de que fueran «secuestradas» por grupos extremistas.

Sin embargo la indignación sigue en la calle y continúan produciéndose numerosas protestas en la que los manifestantes siguen insistiendo, mayoritariamente de forma pacífica, en sus reivindicaciones sobre impunidad y brutalidad policial, sobre desigualdad y segregación racial o la falta de oportunidades laborales.

Print Friendly, PDF & Email