Entre 2011 y 2021, una de cada diecisiete personas en el mundo consumió algún tipo de droga incrementando la cifra de 240 a 296 millones. Es una de las claves que ha dado la ONU en un informe en el que además advierte de la expansión de los mercados de cocaína y metanfetamina y del consumo récord de droga. El cannabis sigue siendo la más popular. El número de usuarios que sufrieron trastornos por consumo de estupefacientes se disparó a 39,5 millones, un aumento del 45%.

El consumo de estupefacientes se mantiene elevado en todo el mundo, según destaca el nuevo Informe Mundial sobre Drogas 2023 elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). El número estimado de consumidores pasó de 240 millones en 2011 a 296 millones en 2021 (el 5,8% de la población mundial de 15 a 64 años), un aumento del 23%. En parte esta cifra puede deberse al crecimiento demográfico, pero implica que durante 2021, una de cada diecisiete personas de 15 a 64 años usó algún tipo de droga.

Se estima que el número global de personas que se inyectaron drogas fue de 13,2 millones, un crecimiento del 18% respecto a las anteriores estimaciones. Mientras tanto, el número de usuarios que sufrieron trastornos por consumo de estupefacientes se disparó a 39,5 millones, un aumento del 45% en diez años. Y la droga más popular en 2021 continuó siendo el cannabis, con 219 millones de consumidores (el 4,3% de la población adulta mundial).

Asimismo, el estudio constata que la mayoría de los usuarios de estupefacientes a nivel global son hombres (alrededor del 70%), pero que se está reduciendo la brecha de género en algunas subregiones; así, el 42% de los consumidores de cannabis en América del Norte son mujeres.

El uso de anfetaminas ascendió a 36 millones de personas, el de cocaína a 22 millones y el consumo de sustancias tipo «éxtasis» creció hasta los 20 millones. El mayor porcentaje de consumo de anfetaminas (el 45%) y de productos farmacéuticos sin fines médicos (entre el 45% y el 49%) corresponde a las mujeres, mientras que un mayor porcentaje de hombres consumen opiáceos (75%) y cocaína (73%).

Más del 50% de los jóvenes sudamericanos en rehabilitación tiene menos de 25 años

El grupo poblacional más vulnerable al consumo de drogas y el más gravemente afectado por los trastornos relacionados con su uso son los jóvenes. En América del Sur, más de la mitad de las personas en tratamiento por consumo de estupefacientes tiene menos de 25 años y en África el 70% tiene menos de 35 años.

Además, la demanda de atención por desórdenes relacionados con las drogas sigue sin satisfacerse, con solo una de cada cinco personas recibiendo tratamiento, y aumentaron las disparidades por regiones en el acceso al tratamiento.

El informe sostiene que debe priorizarse a escala mundial la salud pública, la prevención y el acceso a los servicios de tratamiento, pues de lo contrario el problema de las drogas dejará atrás a más personas.

La cuenca del Amazonas reúne múltiples actividades delictivas relacionadas con las drogas

El estudio también dedica un capítulo especial al tráfico de drogas y delitos relacionados con el medio ambiente en la cuenca del Amazonas, e indica que en diversas áreas confluyen múltiples formas de delincuencia organizada que agravan la devastación medioambiental provocando graves consecuencias para la seguridad, la salud y el bienestar de la población de toda la región.

El aumento del cultivo y el tráfico de drogas y los delitos medioambientales en la cuenca del Amazonas, se deben en parte a la abundancia de recursos naturales junto a una presencia limitada del Estado, la corrupción persistente y otros factores estructurales relacionados con la informalidad, la desigualdad y el desempleo.

Aparte del narcotráfico, entre las múltiples actividades ilícitas en las que está involucrado el crimen organizado se incluye el despojo de tierras, la tala y la minería ilegal, el tráfico de fauna silvestre y otros delitos relacionados con el medio ambiente.

Estas redes de criminales no sólo agravan la deforestación, sino que también aceleran la comisión de otro tipo de delitos como la corrupción, los delitos fiscales y financieros, el homicidio, el asalto, la violencia sexual, la explotación de trabajadores y menores, y la criminalización de los defensores medioambientales y los pueblos indígenas.

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