De cómo algunos políticos tratan de asustar a los periodistas
Publicamos hoy en radiocable.com un reportaje en el que hemos trabajado con mucha dedicación. Resulta que de unos años para acá se está produciendo una avalancha de querellas y denuncias, completamente arbitrarias, contra los periodistas.
Algunos políticos han descubierto que la mejor forma de ocultar sus comportamientos es querellarse contra quienes los denuncian en público. Y los jueces y la policía, en lugar de ponerle freno, están contribuyendo a esta forma de presión contra la prensa.
Los casos se dan en prácticamente todas las redacciones con las que hemos hablado, aunque pocas empresas nos han autorizado a hacer públicos los nombres y apellidos de los afectados, puesto que la mayor parte de los casos siguen su curso en la judicatura.
Hemos encontrado profesionales de los equipos de investigación, presentadores deportivos, columnistas, gente de los equipos de nacional y sociedad, colaboradores, directivos, e incluso corresponsales amenazados por las querellas. Los asuntos relacionados con la construcción, con la corrupción política, con las denuncias en el ámbito deportivo, e incluso las que solamente denuncian prácticas políticas inadecuadas se llevan la palma.
Según Reporteros Sin Fronteras, España ha descendido en el último año del puesto 36 al 44 en la clasificación mundial de la Libertad de Prensa. Estamos muy lejos de la cobertura, tanto jurídica como social, de la que gozan los profesionales en paises como Dinamarca.
Es una vergüenza ante la que toda la profesión debería sentirse afectada y declararse en ofensiva.
Sin embargo, lejos de lo que pueda parecer, no es esta una llamada al corporativismo, en defensa de las excelencias de la actividad. Los perjudicados, al final, como señala el reportaje, son los ciudadanos a quienes se intenta privar del derecho a conocer la verdadera cara de sus representantes públicos. Por eso, tanto desde la profesión como desde la sociedad, debería exigirse tolerancia cero contra los ataques a la prensa.
Originalmente la profesión de periodista consitía en transmitir informaciones relevantes a la gente, el comunmente conocido como «Pueblo iletrado».
La profesión evolucionó a convertirse en un negocio del cual extraer beneficios independientemente de la veracidad de la noticia publicada.
De la misma manera que la comida en la era «posmoderna» ha evolucionado a comida basura, la prensa a evolucionado a prensa basura.
La prensa mantiene su poder pero hay señores que tienen ese poder a su servicio.
Y los periodistas tienen dos opciones:
A) El periodismo corporativo de ciertos periódicos que no publican malas noticias de ciertas empresas que son sus anunciantes (El Corte Inglés, BBVA, Telefónica, etc.). Se puede llegar a ganar dinero pero desde luego es difícil ser honesto.
B) El periodismo independiente, no necesariamente ejercido por periodistas de carrera, en el que se informa libremente, sin condicionantes económicos ( o menores). Este es el periodismo originalmente fiel a sus raices, pero no da de comer.
Estoy contigo en esa reflexión, pero utilizando la empatía, sobre todo en casos de la prensa rosa aunque no exclusivamente, se puede llegar a entender que los «atacados» se defiendan, sabiendo como sabemos que la corrupción esta en todos los sectores, incluso en el periodístico, el judicial, etc. y por tanto, mientras más gente se involucre en el tema, opine, y participe, más repartido esta el poder, y más cerca de la verdad (la de todos) estaremos.