Educación para la Ciudadanía no vulnera ningún derecho
Iñaki Gabilondo en Noticias Cuatro: «La asignatura Educación para la Ciudadanía no vulnera ningún derecho de los padres. Esa asignatura no lesiona la autoridad de los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que deseen. Lo ha dicho el Supremo. No cabe la objeción. La sentencia debería poner fin a la durísima disputa librada en nuestro país. Pero es probable que no. El Supremo resuelve en los cuatro casos recurridos. Pero queda la duda de si se extiende a cualesquiera otros o no. Además, España tiende a convertir en «casus belli» asuntos que nuestros vecinos europeos han resuelto con naturalidad. Sin ir más lejos, asignaturas como esta de «Ciudadanía» se imparten en toda Europa sin problema alguno. Y en esos países también hay padres, también reclaman el derecho a la educación de sus hijos, también hay obispos, y creen en la misma Iglesia y en los mismos dogmas. Pero no pasa nada. Es el relativismo moral geográfico. Los principios son universales, pero más en España que en Francia. O en Holanda. En fin. Sí estamos de acuerdo en que el adoctrinamiento es muy peligroso y debe evitarse. Pero ese peligro no reside en la asignatura sino en el profesor. Un fanático (religioso o civil, de derechas o de izquierdas) puede provocar enormes averías pedagógicas explicando geografía, historia, lengua, ciencias naturales o lo que sea. No necesita «ciudadanía» para hacerlo. El otro gran tema de la actualidad es el del espionaje en Madrid, que se enmaraña más y más. Ahora se desliza hacia un terreno muy específico: el de la contrata de los servicios de seguridad. Pero de cuanto se ha dicho y se ha sabido hasta el momento en torno a este enrevesado culebrón, hay dos preguntas que nos rondan desde anteayer. ¿Cómo es posible que Rajoy, Aguirre e Ignacio González, reunidos en Génova en el año 2006, decidieran no denunciar ni dar importancia a un seguimiento ilegal, a González y a toda su familia, que se sustanciaba en un dossier detalladísimo de más de sesenta páginas?. Y segunda pregunta: ¿y por qué ahora, tres años después, si es intolerable?.»