El 60º Aniversario del CENIM, y yo
¿ Qué hacía ayer una chica como yo en el CSIC, conmemorando el 60º aniversario de la creación del Centro Nacional de Investigaciones Metalúrgicas (CENIM)…? Se me ocurren cinco cosas: Atender a la información en toda su extensión, por exigencia profesional-hoy aquí, mañana allí-; ampliar el campo de mis conocimientos como ser individual y comprometido, rellenando vacíos concretos de la historia de este país que en su momento me pasaron desapercibidos; corresponder a la invitación del Centro (chica educada y agradecida…); asistir a otro de los constantes renacimientos de mi padre ante mí, según su costumbre desde que partió hace mil siglos. Pedro Berlín Sancho fue asesor jurídico del CENIM, durante treinta y cinco años.
Y una última y principal: ¡porque me dio «la Real gana»!
Salón de Actos, doce de la mañana del martes. Presiden, la plana mayor del CSIC y del CENIM: Rafael Rodrigo, Presidente en funciones del Consejo; Eusebio Jimenez, Secretario Gral.del mismo; Prof. Manuel Morcillo, Director del Centro; y las investigadoras Carmen Mijangos, Coordinadora del área de ciencias y tecnología de materiales (CSIC), y Pilar Cano Dolado, coordinadora institucional Comunidad de Madrid (CSIC)
Entrega de los Premios «Agustín Plana» de investigación metalúrgica, en su primera edición a: Prof. Carlos Ranninger; Prof. Antonio Ballester; UNESID, lo recogió su Director Gral, Juan Ignacio Bartolomé; José Mª. Zarranz, por la Asociación Industria Metalúrgica Navarra (AIN); Carlos Palacio Oriol, por TALGO; y el Consejero Delegado de ACERINOX, Rafael Naranjo.
Agustín Plana fue el fundador del Instituto del Hierro y del Acero (1947/1963), y ocupó relevantes cargos en instituciones como Altos Hornos de Vizcaya, RENFE, y Ministerio de Obras Públicas entre otras.
Las terribles etapas de guerra y posguerra españolas dieron al traste con el dulce momento que, en los periodos previos, había alcanzado la investigación y el desarrollo en nuestro país, y solo a comienzos de los años 70 puede hablarse de una incipiente recuperación del prestigio internacional de que había gozado en ambos campos.
«¿ De quien será la culpa si el amor se va…?» Me suena a un triste bolero, y aunque yo lo tengo claro, que sea la historia la que juzgue…, como de hecho está haciendo.
¡Y nacieron de nuevo…! Ya dije ayer que hay seres que nacen y renacen, en ciclos constantes de reafirmación, y ayer mi padre y mi primo Antonio lo hicieron. Al margen de connotaciones profesionales e ideológicas que ahora ya solo a ellos pertenecen, volvió ante mí a través de sus compañeros, becarios entonces y hoy sobresalientes profesores-investigadores, la imagen de aquellos dos «HOMBRES ESENCIALMENTE BUENOS» (¡eso sí, un poco pesado mi papi con Sta.Quiteria…!) que hicieron de aquella parte de mi vida un tiempo feliz.
A happy day
Conocí a Macarena Berlín de una manera circunstancial. Inteligente, sensible, comprometida, delicada, «educada y agradecida»… ha escrito en primera persona sobre el CENIM y sobre aquellos «hombres esencialmente buenos». El recuerdo que ella tiene de la unión de su familia al CENIM quizás sea también un recuerdo «esencialmente bueno». Por eso tal vez lo ha escrito. Lo escrito se lee y lo he leído… La historia de Pedro y Antonio Berlín es la de tantas personas que hicieron del Cénim (como dicen los «antiguos») no solo su modo de vida, su sustento en épocas dificiles y ya casi olvidadas. Es la historia de personas que hicieron del Centro su casa y que con su trabajo, dedicación y esfuerzo hicieron posible que aquel proyecto diseñado en la España de la autarquía siga vivo hoy, a la cabeza de la ciencia y tecnología metalurgica, en España y más allá. Lo que somos es gracias a los que fueron. Los que fueron están y los que estamos, los recordamos. El de ayer no solo fue un Acto Institucional, Académico y Político. Diseñamos ese Acto para que fuera también emotivo y entrañable, un homenaje discreto a aquellos «hombres esencialmente buenos» que levataron el Cénim y que nosotros lo heredamos y que estudiamos en sus papeles, urgamos en sus proyectos y hoy, tecnológicamente avanzados, nos preguntamos ¿y cómo lo hicieron?. Lo hicieron. Lo lograron y por eso estamos.
A tí Macarena, por empeñarte en desvelar solo algunos de aquellos recuerdos y a ellos, los hombres esencialmente buenos, a Pedro y Antonio y a tantos que no están pero permanecen… Gracias.