El pequeño gatillazo de Obama
César, Augustus, Princeps… recuerda, eres mortal.
No importa que seas el primer hombre de raza negra en llegar a la Casa Blanca. Ni importa que le estés dando un giro a la historia moderna.
Los que debían ser tus críticos te admiran, mientras tus admiradores te idolatran. Tampoco es importante que te hayan preparado la coronación más ambiciosa y cara de la historia. Ni importa que hayas conseguido superar a tu poderosa rival, ni más ni menos que Hillary Clinton. O que hayas destronado a uno de los hombres más odiados del planeta.
En este momento el mundo entero te hace una reverencia. Cientos de miles de personas, tienen expectativas puestas en tí. Todos saben que vas a asumir el cargo más poderoso del mundo. Tu también.
Pero nada de eso importa, te llames Obama, González, Martínez, o García porque cuando tienes que jurar el cargo, aunque vayas acompañado de todos esos galones, vas y te equivocas o se equivoca el juez y caeis de la mano en el error. Se jodió la velada. No pasa nada, es anecdótico, claro, y por supuesto no tiene ninguna relevancia.
Fue un poquito, un inapreciable segundo durante el juramento, que trató de solventar sonriendo para demostrar al mundo que es consciente de su humanidad y de la del de enfrente. Y el mundo le devolvió la sonrisa. Pero probablemente ese segundo ya le acompañó burlonamente toda la noche, le acompañará toda la vida. Allí , en persona, le vieron cuatro millones de personas y aquí en España lo estaba viendo ni más ni menos que el 52% de la audiencia, seis millones y medio de españoles. ¡Había más de 21 millones de ordenadores siguiéndolo por CNN.com ! Y todavía esperamos los datos mundiales de espectadores.
En realidad este post no está dedicado a Obama. Está dedicado al ser humano. Esa especie tan compleja, con tantas facetas, que demuestra una y otra vez la perfección es un concepto tan antinatural, tan poco humano, tan imprevisible.
Querido Obama, el gatillazo siempre acecha cuanto más deseas lo que tienes enfrente. No ansíes la perfección. Recuerda que eres humano.