El Principito en la batalla
El día que partió del infinito ya sabían los dos que era un viaje de ida y vuelta. En el asteroide B612 ella se mantenía viva como le había prometido momentos antes de despedirle con aquellas palabras: ?? no tienen vino…?.
En el planeta tierra su recorrido es de todos conocido, porque fué, es, y será : El Rey, y la ambición política; el vanidoso, y el egocentrismo; el borracho, la falta de fuerza de voluntad; el ejecutivo, la avaricia y la ambición; el farolero, la lealtad y responsabilidad; y el geógrafo, símbolo de la pasión laboral. Casi todos cortados por el mismo patrón: pensando la respuesta antes de procesar la pregunta.
La rosa desde su palco privilegiado, el iniciado camino de la senda de los elefantes, le miraba con ternura pero sin miedo porque le conocía bien. Sabía perfectamente que de sus dudas sacaba la fuerza y el empuje, lo mismo que supo retroceder y disculparse con su actitud ante el animal salvaje al entender que la alimaña no era mala sino ignorante, y necesitaba tiempo para ser domesticada. Pero ese era el problema: el Principito carecía de tiempo para regalar, y las circunstancias le obligaban a dar saltos de vértigo a pesar del riesgo. Era muy consciente ( su corazón, y la rosa se lo decían ) que ya estaba convirtiéndose en Príncipe, y que la brevedad del proceso corría en su contra para conseguir su proyecto antes de su abrazo amoroso con la serpiente.
??Sigue así, le susurró la flor al oído, porque no estás solo. Muchos Principitos, casi tantos como fieras, caminan contigo. Además, conoces muy bien aquello que te he repetido mis veces: mientras exista un solo Apache o un solo Arapahoe, seguirá viva la esencia que nos hizo libres?.
A mi hijo Fernando, con el que cada día aprendo algo nuevo.