Es la mayor planta de energía de África y su puesta en funcionamiento abre una nueva era de autoabastecimiento eléctrico y exportaciones para Etiopía. Pero su construcción en el Nilo Azul ha sido muy controvertida y ha provocado la ira de Sudan y Egipto que la consideran una amenaza por la pérdida de recursos hídricos en sus territorios. Se ha llegado a señalar que podría ser causa de un nuevo enfrentamiento que desestabilice la región -se ha hablado incluso de que podría convertirse en la «primera guerra por el agua»-. Aunque desde Etiopía se defiende como la «joya de la corona» y un proyecto estratégico en un país en el que el 60% de la población no tiene acceso regular a electricidad y está actualmente sumido en una guerra civil en Tigray.

(Foto: Flickr/Wateralternatives)

La Gran Presa del Renacimiento etíope (GERD, por sus siglas en inglés) es una de las mayores infraestructuras construidas en la historia reciente del continente africano. Su coste se estima en unos 4.000 millones de dólares y consta de un embalse de 1.875 km cuadrados con capacidad total para almacenar 74.000 millones de metros cúbicos de agua y producir una media de 15.700 gigavatios-hora al año. Se empezó a construir hace diez años y, aunque aún solo está completado el 84% del proyecto, este 20 de febrero, ha empezado oficialmente a funcionar y generar electricidad.

El primer ministro etíope, Abiy Ahmed Ali ha visitado la enorme instalación para inaugurarla y poner en marcha su primera turbina. Y lo ha hecho con estas palabras: «Esta es una buena noticia para nuestro continente y para los países aguas abajo con los que aspiramos a trabajar juntos. Dado que Etiopía marca el nacimiento de una nueva era, ¡felicito a todos los etíopes!».

El macro-proyecto del GERD ha sido financiado en solitario por Etiopía y se considera clave para el desarrollo del país que espera convertirse en el mayor generador y exportador de energía de África, además de intentar proveer a su propia población, que en un 60% no tiene acceso regular a la electricidad. Se da además la circunstancia de que Etiopía está sumido, desde noviembre de 2020, en una guerra civil con el Frente Popular para la Liberación de Tigray (TPLF) en el norte del país, en donde ambos bandos han sido acusados de crímenes de guerra y violaciones de los DDHH.

En este contexto, la noticia del inicio de operaciones del GERD ha suscitado duras críticas de los países que comparten, aguas abajo, el curso del Nilo con Etiopia. De hecho desde el principio, tanto Sudán como Egipto han tenido serias reservas sobre el mismo. Estos dos países tienen asignados un 87% de las aguas del Nilo en virtud de los acuerdos internacionales de 1929 y 1959 y consideran que el GERD, sobre todo el llenado de la presa, amenaza estos recursos. Y se han opuesto al proyecto incluso señalando estar dispuestos a ir a la guerra.

En enero de 2020, los tres países llegaron a un principio de acuerdo sobre los principales puntos de disputa en torno a la construcción de la presa y se comprometieron a firmar el documento final a finales de febrero. Pero el gobierno etíope abandonó las conversaciones y ha procedido con las obras.

El anuncio de puesta en marcha de la Gran Presa del Renacimiento ha sido ahora recibida con duras críticas por parte de Egipto y Sudan. El Ministerio de Asuntos Exteriores egipcio acusó a Etiopía de violar el acuerdo trilateral, mientras que el ministro interino de Riego y Recursos Hídricos de Sudán, Daw Al-Bait Abdul-Rahman ha asegurado: «La decisión de Etiopía de iniciar unilateralmente la explotación de la GERD constituye una violación de la declaración de principios firmada por las tres partes.

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