En las II Jornadas España-Africa
La reina Sofía y la Vicepresidenta del Gobierno español, Mª Teresa Fernandez de la Vega, inauguraron las II Jornadas España-Africa «Mujeres por un mundo mejor», celebradas en Madrid los días 7 y 8 de marzo con la asistencia de 270 representantes gubernamentales y de organismos sociales de 45 países del continente africano.
Entre las participantes se encontraban la Premio Nobel de la Paz 2004 Wangari Maathai y Graça Machel, Presidenta de la Fundación para el Desarrollo de Comunidad Mozambique y esposa de Nelson Mandela, así como de 170 relevantes mujeres españolas de la banca; la política; de la ONG» Médicos del Mundo»; periodistas etc.Los datos del evento son sobradamente conocidos por el enorme despliegue de medios, de perfecta organización, y del glamour de que ha sido arropado en contraste con la temática de miseria que se trataba. Graça Machel, en su brillante intervención destacó el estatus privilegiado de las participantes y como consecuencia su enorme responsabilidad ante las «mujeres sin voz» africanas.
La loable creación de La Red http://www.mujeresporunmundomejor.org/ como vehículo de comunicación permanente, creada exprofeso para el seguimiento de los proyectos en proceso de esta asamblea, cuenta con la imposibilidad material del acceso cibernético, fundamental para su viabilidad, por la ??más que escasez? de recursos económicos de algunos de éstos países donde el factor prioritario es la hambruna que mata, así como por la falta de conocimientos técnicos de muchos de los que deberán utilizarla. Dos problemas a los que el resto de los grupos participantes debería prestar una especial y seria atención.
Desde aquí queremos hacer hincapié en dos asuntos no contemplados y que nos parecen de vital importancia: el primer punto que debe tratarse en el enfoque de la educación femenina es la acerbada competencia a todos los niveles entre nosotras mismas, empezando a reconocer de una vez por todas que el primer obstáculo de la mujer es la propia mujer. Y en segundo lugar hay que destacar la escasa presencia, y notable ausencia en las intervenciones (no por falta de ganas, como hemos podido constatar) de las minorías africanas más desfavorecidas, como el pueblo saharaui, que no han contado con marco para exponer su tremenda problemática en los campos de refugiados. Porque de nada sirve hablar de trono a quien no tiene silla para sentarse, es absolutamente imprescindible que la fuerza de esta unión toque con decisión y valentía las puertas que dan acceso a la solución del problema más doloroso que existe en Africa: la muerte por hambre y enfermedades. Mientras todos los esfuerzos iniciales de este movimiento no se destinen a este fin cualquier otra iniciativa estará manchada por la vergüenza.
En cualquier caso deberemos seguir con especial atención la andadura de este movimiento que, a pesar de ser un recienacido, parece que arranca con entusiasmo. Porque… ¿quien sabe si no consigue logros hasta ahora inalcanzados?