Jaime Echegoyen acaba de ser nombrado consejero de la inmobiliaria Haya Real State. Una noticia que podría pasar casi desapercibida… si no fuera porque el protagonista fue presidente de la SAREB, también conocida como el «Banco Malo» que gestionó los activos «tóxicos» de los bancos tras la crisis de 2010, y la empresa en cuestión fue elegida para gestionar 8.400 millones de estos activos rescatados con dinero público, lucrándose de forma significativa con ello. Este nombramiento está siendo denunciado por la PAH y economistas que hablan de una «puerta giratoria» escandalosa y «robo» recordando además que Echegoyen dejó una deuda millonaria de unos 6.400 millones de euros tras siete años de gestión.

La Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (SAREB) también conocida como el Banco Malo se creó en 2012 para gestionar y vender los activos problemáticos de las entidades financieras que recibieron ayudas públicas. Fue una de la patas del rescate bancario y según sus impulsores, Mariano Rajoy y Luis de Guindos, no iba a costar ni un euro a los contribuyentes. Diez años después tiene un agujero de más de 52.000 millones de euros que ha asumido el Estado. Aunque no todo el mundo ha salido perdiendo con este instrumento.

Jaime Echegoyen fue presidente de la SAREB desde 2014 hasta mayo de 2021. Y en enero de 2020 eligió a Haya Real Estate, un inmobiliaria controlada por el fondo Cerberus, para gestionar 8.400 millones de sus activos. Esto permitió a esta empresa vender pisos y viviendas pagados con fondos públicos, lucrándose con ello. Año y medio después, Echegoyen deja la presidencia del «Banco Malo» español. Los economistas calculan que su paso por la entidad dejó unas pérdidas de unos 6.400 millones de euros.

Pero ahora en julio de 2022 se anuncia su incorporación al consejo de Haya Real Estate, la inmobiliaria que durante casi dos años, se ha beneficiado de un contrato con la SAREB, aprobado por el propio Jaime Echegoyen, y que fue cancelado a principios de 2022. La cuantía de estos beneficios se desconoce, porque no hay transparencia en la gestión de estos activos, pero algunos como Carlos Sánchez Mato estiman que han sido milmillonarios.

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