La financiación climática en la COP28, una melodía que comienza a tener letra
Abordar la eliminación de los combustibles fósiles era uno de los grandes objetivos de la Cumbre Climática de la ONU en Dubai, pero los avances han resultado complicados. Sin embargo en otro asunto clave, la financiación para hacer frente el problema del cambio climático, se han empezado a dar pasos adelante, que detallan en The Conversation. En 2023, la OMM señaló que entre 1970 y 2021 hubo 12 000 catástrofes debido a fenómenos meteorológicos, climáticos e hidrológicos extremos que supusieron un coste de unos 4,3 billones de dólares. Ahora en la COP28 se ha abierto la puerta a nuevas iniciativas de financiación.
Gemma Durán Romero, Universidad Autónoma de Madrid
La Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático (COP28) celebrada durante los últimos días en Dubái ha tenido como principal propósito hacer un balance global para conocer el grado de ejecución del Acuerdo de París de 2015 y evaluar el progreso para limitar el calentamiento global a 1,5 °C.
Como en anteriores conferencias, también se han planteado otros temas como los combustibles fósiles, la financiación climática y el fondo de pérdidas y daños ocasionados por el cambio climático.
Catástrofes que cuestan 4,3 billones de dólares
El tema de la financiación para hacer frente el problema del cambio climático es clave. En 2023, la Organización Meteorológica Mundial publicó el informe Unidos en la Ciencia, donde se indica que, entre 1970 y 2021, se registraron unas 12 000 catástrofes debido a fenómenos meteorológicos, climáticos e hidrológicos extremos.
En términos económicos, estas catástrofes suponen un coste de unos 4,3 billones de dólares y se produjeron, mayormente, en los países en desarrollo.
Coincidiendo con la COP28, también se ha publicado el informe Pérdidas y daños, hoy: cómo el cambio climático está impactando la producción y el capital elaborado por J. Rising de la Universidad de Delawere (EE. UU.).
El informe incluye estimaciones por países sobre las pérdidas económicas debido al cambio climático. Se indica que los fenómenos meteorológicos extremos suponen pérdidas de un 1 % del PIB. Estas pérdidas son 10 veces mayores en el caso de los países de bajos ingresos y regiones tropicales.
Además del impacto económico, se da otro de carácter humanitario debido al empobrecimiento de la población más vulnerable, unos 3 500 millones de personas, según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático.
Entre este grupo de población destacan las mujeres y los jóvenes que se ven obligados a migrar a otros lugares, hipotecando el futuro de sus comunidades y países.
Evolución de la financiación climática
La crisis climática necesita de inversiones para su mitigación y adaptación. Por tanto, es necesario contar con financiación que no siempre está al alcance de los países en desarrollo.
Este asunto viene de lejos. Ya en la COP15 de 2009, los países desarrollados se comprometieron a movilizar unos 100 000 millones de dólares al año para la acción climática en el 2020. Este objetivo se reafirmó en la COP16.
En el año 2011, se creó el Fondo Verde del Clima. El objetivo era financiar acciones para la mitigación y adaptación al cambio climático de la comunidad internacional.
Sin embargo, a pesar de los compromisos adquiridos, la financiación climática movilizada por los países desarrollados queda lejos de conseguirse.
En el año 2022, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico presentaba un balance sobre los fondos movilizados. En el año 2020, sólo se habían aportado 83 300 millones de dólares. De esta cantidad, un 8 % fue destinada a los países de bajos ingresos, más afectados por el cambio climático. El resto fue a parar a los países de ingresos medios.
El fondo de pérdidas y daños
El problema de la financiación se retomó en la COP26. Con carácter de urgencia, se incluyó en el Pacto Climático de Glasgow. Con él, los países desarrollados se comprometían a alcanzar el objetivo de los 100 000 millones de dólares anuales en el año 2023.
Un año más tarde, en la COP27, se aprobó un Fondo para Pérdidas y Daños que debía comenzar a funcionar el día del inicio de la COP28.
Este fondo se basa en un sistema de asignación de recursos financieros, según la evidencia disponible. Las aportaciones son voluntarias y proceden de países desarrollados y emergentes.
Provisionalmente, el fondo será gestionado durante cuatro años por el Banco Mundial. No se concreta qué países recibirán las ayudas, pero sí se garantiza un porcentaje mínimo de recursos para los países menos desarrollados y las islas pequeñas. De inicio, cuenta ya con una aportación de unos 656 millones de dólares.
Esta cantidad no es ni el 1 % de la totalidad de dinero comprometido desde hace años. Está, además, muy alejada de los costes estimados anuales que genera el cambio climático, cifrados para el año 2030 entre los 290 000 y 580 000 millones de dólares.
Otras iniciativas de financiación
La acción climática es también tener acceso a energía que sea asequible, sostenible, limpia e inclusiva, así como medidas de adaptación. Para ello, se requiere movilizar otros recursos financieros.
En este sentido, las organizaciones internacionales y bancos multilaterales de desarrollo han lanzado una declaración conjunta donde se presentan acciones concretas y urgentes que permitan aumentar la financiación.
Algunas de las acciones más innovadoras fueron discutidas en la COP28 en el día de las finanzas.
Destaca el acuerdo alcanzado para que las principales instituciones financieras internacionales y los países ofrezcan cláusulas de deuda resilientes al clima en sus préstamos. Estas permitirán dar una pausa a los países para el pago de la deuda cuando se vean afectados por catástrofes climáticas, tal y como ha anunciado Reino Unido para Senegal.
El Banco Interamericano de Desarrollo anunció que había ofrecido 1 200 millones de dólares en préstamos cubiertos a través de las cláusulas de deuda resilientes.
Por su parte, el Banco Mundial se comprometió a suspender la deuda y los intereses durante dos años en caso de un desastre natural.
Otras instituciones como el Banco Africano de Desarrollo, el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo y la Agencia Francesa de Desarrollo han anunciado planes para la integración de estas cláusulas en los acuerdos de préstamos soberanos.
Otra innovación importante es la creación de un mecanismo híbrido de financiación, propuesto por el Banco Africano de Desarrollo y el Banco Interamericano de Desarrollo.
Este mecanismo permitirá aprovechar los derechos especiales de giro no utilizados, además de como reservas, como instrumentos de préstamo para financiar clima y desarrollo. Esta vía de financiación se realizará a través de los bancos multilaterales de desarrollo.
Junto a estas medidas también destacan otras inversiones orientadas al cambio climático anunciadas por el Banco de Desarrollo de América Latina, el Banco Asiático de Desarrollo, el Banco Europeo de Inversiones y los Bancos Públicos de Desarrollo de la Coalición Verde de la cuenca amazónica.
En cuanto a la aportación de inversión privada destaca el fondo Altérra, propuesto por Emiratos Árabes Unidos con el fin de que los países del Sur Global tengan un mejor acceso a la financiación climática. El objetivo es movilizar 250 000 millones de dólares en todo el mundo para el 2030.
Este fondo se ha dividido en dos secciones. Una de ellas, Altérra Acceleration, con una dotación de 25 000 millones de dólares, para asignar capital directamente o a través de fondos de inversión. La otra, Altérra Transformation, con 5 000 millones de dólares, para la mitigación de riesgos, contribuyendo así a fomentar la inversión en el Sur Global.
Se podría concluir que la COP28 ha empezado a poner letra a la melodía de la financiación, aunque no de manera completa. Aún hay países como los africanos que reivindican acciones concretas para la financiación de la adaptación en el continente. Todo ello sin olvidar que la financiación debe ser más equitativa y justa.
Gemma Durán Romero, Profesora de Estructura Económica y Economía del Desarrollo (UAM). Investigadora asociada al Instituto Complutense de Estudios Internacionales (ICEI) (UCM) e Instituto L.R. Klein (UAM), Universidad Autónoma de Madrid
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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