Así combaten las flores el calentamiento global
Los cambios de color de la vegetación, desde el verde en primavera a los rojos y amarillos del otoño, tienen un efecto en la regulación del calentamiento y el clima. Hasta ahora el papel de la floración y las flores, con su rica gama de brillantes colores y su albedo muy distinto, no había sido estudiado, pero una reciente investigación, que recoge The Conversation, ha demostrado que existe una relación entre la presencia de flores en un terreno de montaña y la disminución significativa de la temperatura del suelo en el mismo terreno.
Alfonso Blázquez Castro, Universidad Autónoma de Madrid y Amy Iler, Northwestern University
Todos somos conscientes de que una de las maneras más eficaces de combatir el calor es vestir con ropa de colores claros. También sabemos que el asfalto está mucho más caliente al sol que la acera. Se debe a que el asfalto, o la ropa oscura, absorben mucho mejor la luz del sol y la convierten en calor. Y tiene que ver con una propiedad de los objetos llamada albedo.
Concretamente, el albedo es la cantidad de luz reflejada por un objeto en relación a la luz que le llega. Los objetos claros, como la nieve, tienen un albedo alto y reflejan mucho la luz. Los objetos oscuros, como el carbón, tienen un albedo bajo y absorben la mayor parte de la luz, convirtiéndola en calor.
El albedo, clave para comprender el calentamiento global
Es obvio que el albedo de distintas partes de la Tierra tiene un papel esencial en el calentamiento global. Los polos, con un albedo muy alto por las superficies heladas, se están viendo enormemente afectados por el calentamiento. Este fenómeno es conocido como amplificación polar. Al fundirse el hielo, el albedo disminuye mucho y aumenta la absorción de luz solar, lo que aumenta, a su vez, el calentamiento.
Exactamente igual ocurre con las plantas. Vastas regiones del planeta están cubiertas de vegetación. En función de su color más o menos claro, su albedo, también tiene un impacto enorme en el equilibrio energético del planeta.
Lo que no todo el mundo sabe es que los cambios de color de la cobertura vegetal, desde el verde en primavera a los rojos y amarillos del otoño, representan un cambio drástico en el albedo de muchas regiones del planeta. Estos cambios también regulan el calentamiento y el clima.
Sorprendentemente, el papel de la floración y de las flores, con su rica gama de brillantes colores y su albedo muy distinto de las partes verdes de las plantas, no había sido estudiado hasta el momento en relación con el calentamiento global.
Las flores reflejan la luz y disminuyen la temperatura
A raíz de un estudio científico en colaboración con ecólogos estadounidenses del Rocky Mountain Biological Laboratory (Colorado, EE UU) hemos publicado recientemente el primer estudio en el que se demuestra que existe una relación entre la presencia de flores en un terreno de montaña y la disminución significativa de la temperatura del suelo en el mismo terreno.
Como se observa en la figura, existe una diferencia importante en la cantidad de luz solar reflejada cuando hay flores (izquierda) y cuando no hay flores (derecha). Esta diferencia en la luz reflejada nos hizo sospechar que podía haber un efecto de “espejo” cuando las flores estaban presentes. Así, la presencia de las flores podía refrescar el terreno circundante al reflejar la luz del sol hacia el espacio.
Después de tres años de investigación, comprobamos que aquellos terrenos que tenían plantas pero sin flores presentaban una temperatura hasta 1,2ºC mayor que aquellos que sí tenían flores. Esto apoya la idea de que las flores reflejan luz del sol al espacio.
Para más inri, cuando no había flores, este efecto refrigerante no estaba presente. Además, la cantidad de humedad en el suelo, esencial para las plantas, era significativamente menor en ausencia de flores.
Las plantas en terrenos sin flores, más calurosos, no mostraron un estrés por falta de agua especialmente llamativo. Pero pensamos que esto puede deberse a que han puesto en marcha mecanismo para compensar la menor humedad del suelo. Esta es una de las líneas de investigación futura que ya estamos planificando.
Círculo vicioso: flores, albedo y calentamiento
Estos resultados, junto a investigaciones previas del grupo norteamericano, señalan el posible círculo vicioso al que puede dar lugar el calentamiento en la región. Por una parte, el aumento medio de las temperaturas en la región del estudio provoca la floración demasiado pronto en la primavera. Por las noches, las temperaturas todavía son muy bajas, lo que lleva a que las flores se congelen y mueran. Esto disminuye la tasa de reproducción de las plantas.
Pero a la vez, debido a que ya no hay flores durante la primavera y parte del verano, aumentan la temperatura y la sequedad del suelo. Esto puede provocar un segundo estrés sobre las plantas. De hecho, las plantas muestran señales de estrés por sequía. La pérdida de las flores puede aumentar el estrés al disminuir el albedo.
Conexión con el calentamiento global
La presencia de las flores disminuye la cantidad de luz del sol que se convierte en calor. Dada la novedad del efecto, es necesario continuar los estudios para confirmar su conexión con el calentamiento global.
A partir de estos primeros resultados, sería relevante estudiar el impacto del albedo de las flores en otros terrenos y situaciones. La investigación muestra un efecto del albedo de las flores a escalas de 1-100 metros en periodos de semanas a meses. Está aún por estudiar si las flores pueden tener un impacto a mayores escalas.
Lo que parece indiscutible es que la actividad humana puede alterar la cubierta vegetal de muchas maneras, entre ellas la agricultura, la expansión de especies de plantas invasoras o el propio cambio climático. Por ejemplo, distintos tipos de cultivo tienen albedos muy diferentes. Estas son áreas de investigación muy relevantes para el futuro.
Alfonso Blázquez Castro, Profesor ayudante doctor en Genética y Biología Celular, Universidad Autónoma de Madrid y Amy Iler, Adjunct Assistant Professor, Plant Biology and Conservation, Northwestern University
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.