El presidente de Israel logró evitar el escándalo diplomático con España, desvela Haaretz
La visita de estado a Madrid de Reuven Rivlin, presidente israelí, fue un éxito, pero estuvo a punto de generar un escándalo y una nueva crisis diplomática para España. Es lo que asegura un artículo en el diario de izquierdas israelí que firma Yossi Verter. Explica que la «ambigua posición» mantenida por el gobierno de Netanyahu durante la crisis en Cataluña y el lacónico comunicado oficial emitido tres días antes del viaje de Rivlin, fueron recibidos con enfado en España. ante lo cual Rivlin «habría demostrado su independencia» pidiendo que se incluyera una frase adicional reconociendo que España es un «único país» para Israel. Revela que el presidente de Israel hubiera cancelado su visita a España de no aceptarlo Netanyahu y éste tan sólo accedió 48 horas antes, lo que permitió «evitar el escándalo diplomático».
La posición del gobierno israelí con respecto a la crisis en Cataluña también es diseccionada por The Times of Israel, resaltando que el discurso de Rivlin contradijo la calculada neutralidad mantenida hasta ahora por Netanyahu.
Haaretz recuerda que normalmente el Rey en España recibe dos visitas de estado al año, pero que tras dos años de crisis política, en 2017 sólo se ha «abierto una ventana» para el presidente israelí, Reuven Rivlin. Apunta que se ha hecho en parte para conmemorar el 30º aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre España e Israel y señala que el viaje ha sido un «tremendo éxito». Pero revela que estuvo a punto de no ser así, al coincidir con momentos álgidos de la crisis en Cataluña y por la «ambigua posición» mantenido hasta ahora por el gobierno israelí de Benjamin Netanyahu, especialmente tras la DUI. Explica que los Reyes y el gobierno de España esperaban el tipo de declaración de apoyo que han recibido de la UE o EEUU, pero esta no llegó al mantenerse el silencio gubernamental con respecto a la cuestión.
El artículo destaca que tres días antes de la visita de Rivlin, Jerusalén emitió un lacónico comunicado «deseando que la crisis se resolviera de forma rápida, pacífica y con un amplio acuerdo nacional». Asegura que las respuestas de España fueron de «afrenta enojada». Y revela que ante esta situación, Rivlin actuó con independencia para no «caer en la trampa» de viajar a España en este contexto y pidió añadir una frase al comunicado que enfatizara que «España es un único país para Israel y sus problemas son internos». Haaretz asegura que el presidente israelí no amenazó al gobierno de Netanyahu para que aprobara la modificación, pero «se habría quedado en casa» de no hacerlo, lo que habría provocado un «enorme escándalo diplomático». Pero destaca que apenas 48 horas antes del viaje, Netanyahu «parpadeó» y autorizó la frase, lo que provocó el éxito de la visita de Estado.
The Times of Israel, por su parte, resalta que Rivlin ha «divergido sobre la neutralidad» mantenida por Israel. El artículo de Cnaan Liphshiz apunta que el presidente israelí podría tener problemas de regreso a su país porque la posición mantenida en España, aunque le ha valido el aplauso generalizado en Madrid, diverge sobre la neutralidad del gobierno hebreo con respecto a la independencia catalana. Apunta que en cualquier caso los términos usados por Rivlin contrastan con los de otros jefes de estado que han criticado con mucha más dureza a Cataluña, incluso cree que no permiten ver ningún compromiso de acabar con la «ambigüedad cuidadosamente elaborada» desde Jerusalén al respecto. Y apunta en este sentido que se mantiene la política de no alineamiento de Netanyahu con respecto a otros asuntos internacionales y recuerda que Israel sha mantenido neutralidad en el conflicto de Ucrania y Rusia, en la guerra civil de Rusia o sobre el Brexit. Aunque señala que en la crisis catalana, Israel tiene tanto tanto cosas que ganar como que perder, según a quien apoye.
Haaretz es un periódico israelí fundado en 1918 que se publica en hebreo y en inglés (siendo esta distribuida junto con el International New York Times). Sus principales accionistas son la familia Schocken (60%), aunque Alfred DuMont y Leonid Nevzlin también poseen un 20%, respectivamente. Su línea editorial está considerada cercana a la de la izquierda política de Israel, tanto en cuestiones domésticas como internacionales y es además marcadamente seglar en cuestiones religiosas. Su tirada ronda los 72.000 ejemplares entre semana y los 100.000 el fin de semana.
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