Haití-Wall Street
Iñaki Gabilondo en Noticias Cuatro: «No nos acusen a nosotros. Es la actualidad la que se ha puesto demagógica. Cuando todo el mundo se vuelca con Haití, cuando millones de personas de economía modesta se rascan los bolsillos para poder ayudar a ese país desventurado, los presidentes de los bancos más importantes de los Estados Unidos comparecían ante la comisión de investigación de la crisis, en el Congreso.
Una ceremonia catártica, dice hoy el «New York Times». Porque, ante los diez hombres sin piedad de ese comité, los grandes bancos están siendo tratados como sospechosos sociales, como sospechosos de haber provocado la debacle financiera.
La dureza de las preguntas lo atestigua. Asimismo, el impuesto que hoy ha anunciado Obama se anda con pocos eufemismos. La tasa que se piensa aplicar a los cincuenta principales bancos del país, para recuperar fondos públicos gastados en la estabilización del sistema, se llama «impuesto sobre la responsabilidad de la crisis».
Haiti-Wall Street, las dos caras de la realidad, aparecen hoy juntas, componiendo un binomio insoportable. Si fuera por la emoción de hoy, si fuera por lo que hoy siente el mundo, diríamos que algo trascendente está a punto de cambiar. !Qué lastima que no vaya a ser así!.
La comisión de investigación de los bancos presentará su informe dentro de once meses. El 15 de diciembre de dos mil diez. Para entonces, Haití habrá tenido tiempo de ser devorada otra vez por la miseria y el olvido.
Del actual movimiento solidario solo quedará una sombra, la admirable sombra de los que actúan siempre, con noticia o sin ella. ONGs y organizaciones de este tipo. Los buenos propósitos habrán quedado en la décima parte de la mitad. Los grandes bancos, por su parte, habrán transformado todo lo que tengan que transformar para que nada cambie.
Y no es fatalismo. No es pronóstico negro de pájaro de mal agüero. Es que Haití y Wall Street no son dos casualidades. Son dos consecuencias, ejemplos paradigmáticos extremos de un modelo que necesita carroña para que puedan volar los buitres.»