El hambre aumenta por 4º año consecutivo y azota ya a más de 250 millones de personas
La crisis económica supera a las guerras como principal causa de inseguridad alimentaria aguda y malnutrición en 27 países, según un informe. Otros factores clave incluyen la guerra en Ucrania, con la interrupción de su producción agrícola y alza de los precios de alimentos y combustible, las consecuencias persistentes de la pandemia de COVID-19 y los fenómenos meteorológicos extremos.
El hambre aumenta por cuarto año consecutivo y azota ya a más de 250 millones de personas. Entre las causas se encuentran la crisis económica, la guerra en Ucrania, la pandemia de COVID-19 y los fenómenos meteorológicos extremos. @FAOenEspanol https://t.co/sqapFWlpKy
— Noticias ONU (@NoticiasONU) May 3, 2023
Según un informe elaborado por la Red de Información sobre Seguridad Alimentaria, el número de personas que necesitan ayuda urgente en materia de alimentos, nutrición y medios de subsistencia aumentó por cuarto año consecutivo en 2022, con más de 250 millones de personas que padecen hambre aguda y habitantes de siete países al borde de la inanición.
El Informe Mundial sobre las Crisis Alimentarias ha sido presentado este miércoles por la Red Mundial contra las Crisis Alimentarias, una alianza internacional de las Naciones Unidas, la Unión Europea y organismos gubernamentales y no gubernamentales que trabajan conjuntamente para hacer frente a los retos en el sector alimentario.
El documento concluye que alrededor de 258 millones de personas en 58 países y territorios se enfrentan a un nivel de inseguridad alimentaria de crisis o peor* en 2022, frente a los 193 millones de personas en 53 países y territorios en 2021. Se trata de la cifra más alta en los siete años de historia del informe. Sin embargo, gran parte de este crecimiento refleja un aumento de la población analizada.
La gravedad de la inseguridad alimentaria aguda, que aumentó del 21,3 en 2021 al 22,7% en 2022, sigue siendo inaceptablemente alta y subraya una tendencia al deterioro en este tema a nivel global. «Más de 250 millones de personas se enfrentan ahora a niveles agudos de hambre, y algunas están al borde de la inanición. Esto es inconcebible», escribió el Secretario General de la ONU en el prólogo del informe.
António Guterres añadió que «esta séptima edición del Informe Mundial sobre las Crisis Alimentarias es una mordaz acusación del fracaso de la humanidad a la hora de avanzar hacia el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 2 de poner fin al hambre y lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición para todos».
Cifras globales
Según el informe, más del 40% de la población expuesta a crisis, emergencia o catástrofe alimentaria reside en sólo cinco países: Afganistán, la República Democrática del Congo, Etiopía, partes de Nigeria (21 estados y el territorio de la Capital Federal) y Yemen.
Por otra parte, la población de siete países se enfrentó a la inanición y la indigencia, o a niveles catastróficos de hambre aguda en algún momento de 2022. Más de la mitad de ellos se encontraban en Somalia (57%), mientras que estas circunstancias extremas también se dieron en Afganistán, Burkina Faso, Haití (por primera vez en la historia del país), Nigeria, Sudán del Sur y Yemen.
Además, en 30 de los 42 principales contextos de crisis alimentarias analizados en el informe, más de 35 millones de niños menores de cinco años sufren emaciación o malnutrición aguda, de los cuales 9,2 millones padecen emaciación grave, la forma de desnutrición que más vidas pone en peligro y que más contribuye al aumento de la mortalidad infantil.
Mientras que los conflictos y los fenómenos meteorológicos extremos siguen impulsando la inseguridad alimentaria aguda y la malnutrición, las repercusiones económicas de la pandemia del virus de la inmunodeficiencia humana y el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) y los efectos de la guerra en Ucrania también se han convertido en importantes causas del hambre, sobre todo en los países más pobres del mundo, debido principalmente a su gran dependencia de las importaciones de alimentos e insumos agrícolas y a su vulnerabilidad a las crisis mundiales de los precios de los alimentos.
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