Un sistema para desinfectar el agua por menos de cuatro euros, herramientas y lavadoras que funcionan con bicicletas viejas o equipos baratos para diagnosticar enfermedades son algunos de los resultados que está dando un sector de la I+D del que se habla muy poco: la dedicada especificamente a ayudar a los países en vías de desarrollo. Existe una ONG llamada IDE, que se dedica a ello y que desarrolla proyectos de bajo presupuesto para «salvar el mundo».

Su fundador Paul Polak explica en el diario Público que «los diseñadores de hoy en día dedican todos sus esfuerzos a solucionar los problemas del 10% más rico de la población». ?l en cambio lleva desde 1981 investigando y desarrollando tecnologías para ayudar al otro 90% del mundo a satisfacer sus necesidades básicas. Cree que para erradicar la pobreza es necesario cambiar el enfoque, fijarse más en los pequeños emprendedores locales y desarrollar herramientas para que ellos mismo prosperen.

 

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Su filosofía es que los pobres del planeta son también una enorme oportunidad de mercado y con proyectos muy baratos, se les puede ayudar y además obtener rentabilidad. Entre los nuevos productos que ha desarrollado hay cargador de electricidad que funciona con energía solar y kioscos de venta de agua que usan un sistema de desinfección eléctrico que cuesta unos 30 euros.

Investigar para el desarrollo de los menos favorecidos es una tendencia que está en alza. El pretigioso Massachusetts Institute of Tecnology, MIT, tiene incluso un laboratorio dedicado en exclusiva a proyectos de este tipo. De su D-Lab han salido sistemas para convertir desechos agrícolas en carbón, un test rápido para evaluar la calidad del agua o una bicilavadora que funciona sin electricidad ni necesita agua corriente.

La bici-lavadora
(Foto: Flickr/Houdini127k)

Los estudiantes que se matriculan en este curso descubren que los conocimientos de ingeniería o tecnología que aprenden en esta universidad les servirán para trabajar en grandes multinacionales… pero también les permiten ayudar a poblaciones desfavorecidas. El D-Lab incluso organiza viajes para que los estudiantes desarrollen sus proyectos en comunidades de países pobres.

 

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