Berlusconi anunció ayer su disposición a empezar a trabajar con Zapatero para recuperar la iniciativa política de Europa:

«espero colaborar pronto con él, ya que veo una carencia grave de la presencia europea en la política mundial», dijo.

Además de añadir un par de perlas rancias, Il Cavaliere, hizo también nuevas alusiones a la política inmigratoria que pretende impulsar, acercándose peligrosamente a la extrema derecha. Dijo, además, que su gobierno no se parecía en nada al nuestro, lo cual -en todo caso- debería de llenarnos de alegría.

Pero no es una novedad. Ya sabemos lo casposo que es Berlusconi ¿que es si no Telecinco en España? ¿realities? ¿periodismo rosa tirando al amarillo desteñido?

Algunos analistas se preguntan cómo ha sido capaz de obtener semejante resultado electoral. Bueno. Lo raro es que hubiera sacado otro, dominando todo el panorama mediático como lo hace. El mérito de Italia no es que haya ganado Berlusconi las elecciones. El mérito es que las haya perdido alguna vez.

Llegados a este punto solo cabe preguntarse si estas son las amistades elegidas por el PP para configurar una correcta política exterior. ¿Es el amigo de Aznar, cuyos casos judiciales todavía resuenan en la Italia romana, un aliado más honroso que, por ejemplo, Evo Morales?