La República
Aquel 14 de abril amaneció temprano. Su larga melena cobriza llena de rizos (aquella que años más tarde copiaran de su recuerdo para vestir a Rita Hayworth, en GILDA) se desperezó entre las sábanas. El sueño había sido largo, y una pesadilla de botas militares le habían convertido, sin su permiso, en una bella durmiente encadenada a los sótanos reales. Sin embargo esa mañana, había sentido vibrar en los labios un ardiente beso que le había hecho despertar y abandonar la cama, mostrando al coro de varones sedientos aquella magnífica desnudez de piel morena y brillante. Pero la pasión de aquellos hombres tenía solamente eso: pasión. Carecían de aquello que hubiera podido lograr que su despertar fuera eterno: el arte de «saber».
Aquella adolescente de pura raza, que sin pudor acariciaba con sus senos cuanto tocaba, no sabía que aquel día ya estaba herida de muerte y que cinco años después una manzana envenenada la volvería a tender dormida en aquel sótano donde solo se escuchaban las notas lejanas de valses reales.Hoy, en un homenaje silencioso, me acerco a sus labios llevando en mi boca el beso de aquellos que pudieron ser y no fueron.
14 de Abril de 1931/ 14 de Abril de 2007