Rajoy ayer, un lobo con piel de cordero.
Rajoy estuvo bien en TVE. Con aplomo y con el formato bien ensayado. Zapatero falló: enumeró su programa político en vez de hablar y escuchar a los ciudadanos. Sin embargo ni ayer vimos al verdadero Rajoy ni el otro día al verdadero Zapatero.
Rajoy se comportó como un adulador lobo con piel de cordero invitando a su despacho a quienes tenían la osadía de enfrentarse levemente con él. Era de libro aunque se olvide de que no se trataba de dar una explicación individual sino una a toda la ciudadanía.
Los ciudadanos estuvieron sorprendentemente injustos. Machacaron a Zapatero que ha sido el presidente que más transformaciones sociales ha iniciado y sonrieron al presidente del Partido Popular que sigue manteniendo a Acebes y a Zaplana en sus filas. Debieron tener mejor memoria con Rajoy:
«No estaba en el gobierno cuando ocurrieron los atentados» tuvo la desverguenza de decir, cuando le preguntaron sobre el 11M. Se olvidó de aquel «Estoy moralmente convencido de que ha sido ETA» pronunciado por él y publicado el 13M por EL MUNDO.
Tampoco condenó la invasión de Irak, aplaudida por su partido en el Congreso de los Diputados y que contó con la oposición de prácticamente todo el país. A los muertos que les recuerden sus familias.
Dijo que acompañaría a su hijo al altar si este fuera homosexual, pero dejó de lado que su partido ha participado y promovido todas las manifestaciones contra esa ley.
Negó que fuera a retirar el Estatuto de Autonomía a pesar de la matraca que han estado dándonos durante los últimos dos años.
Así que, que sea Rajoy quien hable de recuperar el consenso es sonrojante.