Mencionar a Ucrania al hablar de Guernica evidencia “doble moral y el uso de la memoria para según qué fines”
El 85 aniversario del bombardeo de Guernica ha tenido lugar coincidiendo con la guerra en Ucrania. Esto ha provocado que el gobierno mencionara, en la declaración institucional de condena de los hechos, precisamente la difícil situación que vive el pueblo ucraniano e incluso a su presidente Volodimir Zelensky, que ya había trazado un símil con Guernica en su intervención en el Congreso de los Diputados. Pero Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica señala desde el programa La Cafetera de Radiocable.com que la mención es una muestra de «baja política» y «doble moral», porque evidencia que la memoria se usa para los intereses del momento y no se piensa en construir una cultura de paz o defensa de los derechos humanos.
(Foto: Flickr/Magal)
Emilio Silva señala que es llamativo que desde las instituciones españolas se condene el bombardeo de Guernica, del que acaban de cumplirse 85 años, «pero no el golpe de Estado del 18 de julio, ni la dictadura franquista, algo que no ha hecho ningún gobierno en España». Apunta que esto tiene que ver con los autores: «En Guernica, aunque evidentemente estaba Franco, los malos, malos de verdad fueron alemanes: los nazis de la Legión Condor. Eso hace más cómodo para un gobierno condenar el bombardeo». Para Silva esto evidencia «la doble moral y el uso de la memoria para según qué».
En este sentido añade: «Igual que en la declaración institucional sobre Guernica, mencionan a Ucrania, podían haber hablado de las decenas de miles de muertos civiles en Irak, donde el gobierno de Aznar puso su parte… El problema es usar argumentos que deberían ser transversales y universales para defender hechos concretos y dejamos fuera del foco crímenes similares. Y pasa lo mismo con las distintas víctimas dentro del Estado español.» (audio a partir minuto 65:00)
El presidente de la ARMH también menciona otro aspecto poco conocido sobre Guernica y en particular el cuadro de Picasso que es el «gran símbolo mundial de un bombardeo». Explica que el lienzo está expuesto en el Museo Reina Sofía de Madrid ubicado en el edificio que era el Hospital Provincial de Madrid en los años 30: «y en ese edificio entraron, entre el 18 de julio de 1936 y marzo de 1939, los cuerpos de 32.000 personas heridas, mutiladas o muertas por los bombas de tres ejércitos fascistas que bombardearon la ciudad durante tres años. Pero nadie que visite el Guernica va a encontrar una referencia a eso…»
Por ello denuncia: «Y es esa misma lectura que habla de las bombas sobre civiles cuando las tira Putin, pero no hace un listado de todos los abusos y todas las bombas que han caído sobre personas que no se las merecían y eran igual de injustas, y son igual de crímenes de guerra». Silva considera que se trata de muestras de «baja política» porque se hacen declaraciones para los intereses del momento y no se piensa en construir una cultura de paz o defensa de los derechos humanos.
Y apunta: «Eso quizá tiene que ver con que el listón democrático en España está casi a ras de suelo. Lo ha saltado gente que debería estar por debajo. Pero precisamente en la Transición el listón se puso tan bajo, que tenemos hábitos en nuestra cultura política que hacen que ocurran cosas que no deberían ocurrir.»
En este contexto y enlazándolo con el escándalo por el espionaje a independentistas catalanes, Emilio Silva recuerda: «tenemos una Ley de Secretos Oficiales dictada por Francisco Franco. Esa es la ley que tiene España y la que rige hoy la comisión que investigaría el escándalo y la que pone el límite entre lo que es secreto y lo que no». Critica que no se «meta luz» en lo que sucede en el Estado y que la ley de secretos oficiales no sea más reduccionista para limitar «una mínima esencia de lo que realmente pudiera ser cuestión de estricta seguridad del Estado». En «España hay un montón de territorio que se considera secretos oficiales y eso lo que hace es llevar oscuridad a donde en democracia debe haber transparencia».
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