«Mi paciencia está agotada. No pienso ir más allá de marzo»
Es lo que le dijo George Bush a Jose María Aznar en febrero de 2003 en una reunión que celebraron para hablar sobre la guerra de Irak. El Pais ha conseguido y publicado el acta del encuentro. En ella además de quedar claro que el presidente de EEUU estaba decidido a acabar con Sadam, con o sin resolución de la ONU, se revela que Aznar le pidió ayuda con la opinión pública española porque reconoció que «estamos cambiando nuestra política exterior de los últimos 200 años».
La reunión tuvo lugar el 22 de febrero del 2003, cuatro semanas antes de la invasión de Irak, en el rancho de Crawford. Además de Bush y Aznar, asistieron Condoleeza Rice y el entonces embajador español en EEUU, Javier Ruperez, que ejerció de traductor y que según El País fue quien redactó el acta que hasta ahora había sido secreta. Por teléfono parece que también participaron Tony Blair y Silvio Berlusconi.
Gracias a la transcipción de la charla, se puede comprobar la feroz determinación del presidente estadounidense con un objetivo: deshacerse de Sadam. No obstante, consciente de los problemas internos de Blair y Aznar, Bush se muestra dispuesto a ayudarles. Le deja libertad a Aznar para redactar el texto de la segunda resolución de Naciones Unidas -la que nunca se aprobó- y también asegura que no le importa jugar a la táctica del poli malo, poli bueno para dejar en mejor lugar al primer ministro británico.
Desde el punto de vista español destaca una frase del entonces presidente del gobierno reconociendo que: «Lo que estamos haciendo es un cambio muy profundo para España y para los españoles. Estamos cambiando la política que el país había seguido en los últimos 200 años.» De ahí la importancia que Aznar le daba a tener la resolución de la ONU, incluso aunque tuviera un veto. De hecho Bush se muestra optimista sobre este tema y «amenazador» hacia países como Angola, Chile, Rusia o México cuyo voto era decisivo en el Consejo de Seguridad.
La conversación también revela algunas informaciones interesantes. Por ejemplo que se barajó la posibilidad de un exilio para Sadam, que Egipto creía que ante esto el lider iraquí podía ser asesinado por sus propios hombres o que Bush se refería a Jacques Chirac como un «Mister Arab» que en realidad hacía la vida imposible a la región… aunque decía que no quería tener rivalidad con él.
Finalmente llama la atención, pese a todo lo dicho durante la conversación, una afirmación del presidente estadounidense: «Yo no quiero la guerra. Sé la destrucción y la muerte que traen consigo. Yo soy el que tiene que consolar a las madres y a las viudas de los muertos.»
Luego vendría la cumbre de la Azores y las declaraciones sobre «los esfuerzos por la paz» y la responsabilidad de Sadam.