Munilla y el temple
Iñaki Gabilondo en Noticias Cuatro: «Cuando una importante mayoría de los párrocos guipuzcoanos hizo pública su disconformidad con el nombramiento del nuevo obispo de San Sebastián, la protesta se entendió como directamente política.
La mismísima presidenta del Parlamento Vasco ha certificado esta polinización y la ha precisado sin ambages. Es una respuesta nacionalista. El PNV está moviendo a sus curas. Pero el asunto estaba politizado antes.
Porque el nombramiento de José Ignacio Munilla ya había sido estratégicamente político. O así había sido entendido por los nacionalistas. Según su punto de vista, Rouco estaría intentando destruir, con disolvente ultraespañolista, la profunda relación de los curas con su pueblo. Así las cosas, lo que es un hecho es que esta pelea ya juega un papel destacado en el escenario de la política vasca, en el que se vive un momento de calma pero con todos los tensores de la desconfianza activados.
Los nacionalistas, descabalgados del poder, escrutan en cada iniciativa del bipartito para ver si ocurre lo que esperan que ocurra: que el gobierno de Patxi López empiece a destruir la identidad vasca. El bipartito, por su parte, vigila el menor movimiento del PNV por si ocurre lo que espera que ocurra: que se movilice para acusarle de usurpador, para denunciarle como extranjero.
Ese fondo de recelo bulle detrás de la serenidad con que se está viviendo este nueva etapa política. López confía en que el tiempo juegue a su favor y le permita demostrar que no es Mayor Oreja soñando con arrebatar el suelo patrio a los infieles. Y el PNV, a su vez, quiere ser cauto para no ser acusado de enredar por intereses partidistas en un momento tan delicado de crisis económica. En este contexto, el episodio de los curas es la piedra lanzada a las aguas tranquilas, que puede hacer ondas concéntricas.
Los nacionalistas ya han encontrado en Munilla la prueba de que Rouco, Madrid, el Gobierno (así, todo revuelto) han puesto en marcha la reconquista. Y para los de enfrente, el PNV ya ha soltado a sus huestes para lanzarse al asalto. En realidad, el episodio confirma que tanto Euskadi como su Gobierno van a necesitar mucho temple y no dejarse arrastrar a ningún rincón del ring. A ninguno.»