Niño, no hables de política
En España alinearse políticamente compromete. Es triste pero tiene que ver con nuestra historia reciente, con la guerra civil, la dictadura y todo esto. No hace tanto que posicionarse políticamente costaba la cárcel. A veces, era una bofetada, otras una paliza, y poco tiempo antes costaba incluso la vida. De aquellos polvos, estos lodos.
Las abuelas todavía se incomodan en la silla cuando en las cenas de navidad surge algún debate así. En España, por ejemplo, sigue estando mal visto preguntar por el destino del voto.
En EE.UU es completamente diferente. Los actores, músicos y empresarios no tienen rubor en mostrar sus preferencias en público. Pero aquí, tal apoyo suele ser objeto de acusaciones en la línea del estómago agradecido.
Esto está cambiando. Por fortuna, porque el número de apoyos públicos con los que cuentan los partidos políticos es un síntoma de salud democrática.
España, por mucho que nos pese, es un país con una Democracia relativamente reciente. Una Democracia que, si bien es lo suficientemente estable, aún le queda por dar unos cuantos pasos en torno a todas estas cuestiones. Resulta curioso lo pronto que se te tacha (e incluso se te excluye) por el mero hecho de manifestarte en pro o en contra de determinados partidos políticos.
En mi caso, soy hijo de funcionarios de ayuntamiento y en ocasiones he tenido que discutir con mis padres por el hecho de no poder asistir a actos de determinados partidos por el mero hecho de ser partidos contrarios al concejal de turno. Esto es impensable en muchos países europeos (por no hablar de EE.UU). ¿No esta en la esencia de toda Democracia el hecho de que podamos discutir de cualquier tema y, a continuación, nos demos un apreton de manos y nos vayamos de cervezas?
En EEUU no se puede acusar de «estomago agradecido» a De Niro (por ejemplo) por dar su apoyo a Obama ya que no recibe ninguna subvención.
La democracia se inculca a través de la educación y del ejemplo, ha de ser enseñada y su significado ha de ser explicado en toda su extensión, porque democracia es respetar la opinión del otro aunque sea opuesta a la nuestra, es no discriminar por raza, ideales, religión o procedencia, es buscar, en la diferencia, las cosas que nos unen y no las que nos separan.
Democracia no es una oposición irrazonable ni un oficialismo permisivo, tampoco el viceversa, es uná minoría que colabora y controla porque sus representados también tengan voz en los asuntos, y un oficialismo que se preocupa y trabaja para poder cumplir sus promesas.
En la actualidad y, me temo, que en gran parte de los países de este mundo que dicen ser demócratas, la democracia ha pasado a ser simplemente un concurso de popularidad que no crea ningún vínculo real entre representantes y representados, y eso es lamentable.
Un abrazo.