Tras la imputación de la Infanta Cristina y la frágil imagen dada por el Rey en su reaparición pública, se multiplican los artículos en medios de todo el planeta barajando una abdicación en favor del príncipe Felipe. «Estrella ascendente», «esperanza de la monarquía» o «salvador» son algunos de los calificativos que dedican al heredero español, resaltando que su imagen y popularidad no se han visto afectados por los escándalos que han sacudido a su familia.

Liberation señala que en la tormenta de la Corona, la estrella ascendente es el Príncipe. Apunta: «En la tormenta que sacude a la familia real española, debilitada por escándalos, con la imagen de un soberano tambaleante en muletas, se alza la alta figura del príncipe Felipe, la esperanza de la monarquía. Alto e imponente, pero considerado cálido y accesible, el heredero al trono, 45 años, se ha ganado el afecto de los españoles, a medida que éstos se alejan de su padre, el rey Juan Carlos, que acaba de cumplir 76 años.»

Der Spiegel sostiene que es la hora de Felipe. El artículo de Helene Zuber afirma: «El Rey está achacoso, su hija está imputada y la mitad del pueblo está harta de la monarquía. Podría salvarla el príncipe heredero. En la crisis más grave de la monarquía desde que Juan Carlos ascendiera al trono tras la muerte del dictador Franco hace 38 años, tan solo el príncipe heredero está libre de lastres. Incluso ha cortado el contacto con su hermana. Así, pronto podría llegar la hora de Felipe, a pesar de que en el discurso navideño el Rey aún aseguró que quiere seguir cumpliendo con su obligación. Felipe es algo más aburrido en comparación con su carismático padre – pero puede que precisamente por eso sea el rey adecuado para un país que está cansado de las extravagancias del padre.»

Financial Times subraya que al rey le cuesta restaurar una corona sin brillo y algunos creen que podría hacerlo el Príncipe. Recoge: «Algunos creen que la monarquía acabará con Juan Carlos, mientras otros esperan que Felipe, un príncipe diligente que goza de amplia popularidad, será capaz de revivir la buena fortuna real. Funcionarios del palacio dicen que el propio rey se ha entristecido por los últimos acontecimientos, pero está decidido a recuperar el prestigio perdido de la corona él mismo. Juan Carlos sabe lo que está en juego: no sólo su propio legado, sino la supervivencia del trono por el que tanto sacrificó.»

Expresso habla de «Una monarquía con muletas» y de crecientes presiones por la abdicación. Asegura: «La Imagen de la Casa Real de mal en peor. Las muletas en las que se apoya Juan Carlos de Borbón para caminar con dificultad se volvieron una prueba, cada vez más evidente, de la degradación física del monarca español. Muestra las dificultades de recuperación, después de numerosas intervenciones quirúrgicas, y son un símbolo de la decadencia y fragilidad por las que atraviesa la institución encarnada por el Rey. Todos se referían a la degradación constante del prestigio público de la monarquía española, la evidente fragilidad física del rey y las crecientes presiones para que Juan Carlos admita la posibilidad de la que no ha querido ni oír hablar: la abdicación en favor de su hijo Felipe.»

The Malaysia Mail señala que los escándalos no han dañado a Felipe. Dice: «Una encuesta reciente sobre los miembros de la realeza mostró que el número de personas con una buena o muy buena opinión del príncipe subió cuatro puntos porcentuales en 2013 hasta el 66%. El apoyo general a la monarquía como institución, sin embargo, cayó por debajo del 50% a un 49,9% y el número de personas con una opinión favorable del rey Juan Carlos cayó nueve puntos en 2013 hasta el 41%. Los escándalos y la imagen del rey con aspecto frágil y muletas en sus raras apariciones públicas, han planteado el debate sobre el futuro de su reinado. Pero no han dañado Felipe.»

 

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