El New York Times cree que Obama y sobre todo Romney han «infravalorado a España»
El diario estadounidense y su edición global IHT publica un analisis de Jonathan Blitzer sobre el inusitado protagonismo que ha tenido España en la campaña presidencial del país. Y sostiene que los candidatos han tenido un visión «divergente» de los problemas españoles, siendo la de Mitt Romney «alarmantemente confusa». Añade que achacar los males de España al derroche público es «sacar exactamente la lección errónea de esta experiencia».
(Foto: Flickr/Stijnvogels)
El New York Times/International Herald Tribune dice: «A los periódicos españoles les ha asombrado que España haya estado en el centro de la campaña presidencial estadounidense. Romney pusó al país como ejemplo de cómo los impuestos elevados y el gasto público excesivo pueden precipitar la ruina financiera. Por su parte, Obama ha sugerido que el gobierno español y la Unión Europea actuaron con demasiada lentitud tras el estallido de la enorme burbuja inmobiliaria del país.»
Y apuntan: «estas valoraciones divergentes se deben a los programas en contraste de ambos candidatos: Obama piensa que el gobierno ha de facilitar la recuperación económica; Romney desea limitar el alcance de aquél mediante recortes presupuestarios sin regateos. La visión del país de Romney es alarmantemente confusa. Ahora bien, refleja unos malentendidos más generalizados sobre qué aconteció en España y qué hay que hacer para arreglar la situación.»
El texto sostiene: «Sugerir, como hace Romney, que los problemas de España son achacables al derroche público es sacar exactamente la lección errónea de esta experiencia y así se corre el riesgo de que empeoren los problemas. Cuanto más cercene el gobierno los gastos para reducir el déficit español, que se está inflando por la crisis, más se agrava la espiral de la recesión. Si España es ejemplo de algo, es de la necesidad de combatir el paro y aliviar la situación de los más golpeados». Y advierte del peligro de que «la descabellada ortodoxia con la austeridad, que ahora debe considerarse fallida, aún puede parecer una política creíble a ambos lados del Atlántico.»