El New York Times se fija en como ciudadanos voluntarios sostienen un pueblo extremeño
El diario estadounidense publica un reportaje sobre la situación del pueblo Higuera de la Serena. Lo titulan «Cuando el dinero se acabó, entraron en acción los vecinos». El New York Times explica cómo ante los números rojos del Ayuntamiento y la posibilidad de que muchos servicios tuvieran que eliminarse, los habitantes del pueblo están realizando voluntariamente todo tipo de labores para ayudar a superar la crisis.
(Foto: Flickr/Prahiguera)
El New York Times recoge como el nuevo alcalde del pubelo Manuel García Murillo se encontró al tomar posesión con una deuda de 800.000 euros: «No había dinero para pagar nada y había trabajos que era urgente hacer. Entonces, cuenta, sucedió algo sorprendente. Cuando la Consejería de Salud estaba a punto de cerrar el centro de atención diaria por no tener una cocina en condiciones, Bernardo Benitez, un obrero se ofreció a levantar los muros y poner tejas gratis. Y Maria José Carmona una profesora de adultos, llegó para limpiar el sitio.»
Y asi, destaca el texto, «los voluntarios siguieron llegando. Cada domingo, los habitantes de este pueblo del sudoeste de España, jovenes y mayores, hacen lo que sea necesario en ese momento, ya sea limpiar las calles, rastrillar las hojas, desatascar las alcantarillas o plantar árboles en el parque.»
El diario resalta. «Higuera de la Serena es en muchos aspectos un microcosmos de los problemas de España. Así como el gobierno central y los regionales luchan contra el colapso de la construcción, los gastos excesivos en proyectos faraónicos y una pila de facturas pendientes de pago, los mismos problemas afligen a muchos de sus pequeños pueblos.»
«Pero lo que ha llevado a Higuera de la Serena a la fama en España es que sus residentes han aparecido donde su gobierno ha fallado. El Sr. García dice que recibe llamadas regularmente de otros alcaldes que quieren saber cómo hacer lo mismo. ?l está ejerciendo sin cobrar, al igual que los otros dos funcionarios electos del pueblo. También renunció a los coches y los teléfonos que generalmente vienen con el trabajo» recogen.