Perder la dignidad
«Que nuestro presidente y el de los Estados Unidos tengan esta relación, no es lo ideal. Pero es preferible a tener esta otra: hoy el diario ??El País? transcribe la conversación de Aznar y Bush cuatro semanas antes de la invasión de Irak. Cuando, al parecer, ocupábamos un lugar de honor con los grandes, no como ahora. Aznar, gallo sin espolones, nos ponía al servicio del gran señor para lo que gustara mandar. Una guerra, bueno, pues una guerra. Aunque, como el propio Aznar reconocía, eso cambiaba nuestra política de doscientos años. Y aunque tres millones de españoles acababan de clamar en la calle contra la invasión. No es bueno lo que ahora le pasa a Zapatero. No lo es, pero, al menos, no hemos perdido la dignidad. Ni la cabeza. La que perdió Aznar cuando se creyó un grande, gesticuló como un grande, habló como un amo del universo y era un simple pedrín, utilizado para lanzar una pedrada a Europa.»