PNV en silencio
«No lo arregló Franco, ni la Constitución, ni el estatuto, -señala Iñaki Gabilondo en la apertura de Noticias Cuatro- ni el Pacto de Ajuria Enea, ni el Plan Ardanza, ni el Plan Ibarretxe, ni el acuerdo Redondo-Mayor Oreja, ni Suárez, ni Felipe, ni Aznar, ni la Unión Europea, ni Arzallus, ni Otegui. Tampoco ha podido Imaz, ni Zapatero. Integrar los nacionalismos se ha revelado una vez más la cuadratura del círculo.
Zapatero se atrevió a soñar y metió las manos en el avispero. Soñó con incorporar a la legalidad estatutaria el independentismo Catalán, lo que nunca había ocurrido, para luego aspirar a lo mismo con el vasco. Durante algún tiempo pareció posible. Ya sabemos como acabó. Ahora naufraga también el esfuerzo de Imaz en el viejo PNV. Esta mañana, un periódico veía el asunto en un plano muy corto, y contabilizaba lo anterior como los fracasos del presidente. Es una interpretación microscópica. Porque es mucho más serio. Zapatero habrá sido un iluso, o, por el contrario, un valiente por intentarlo. Cada cual decidirá, pero la gravedad está en el problema en sí, en la inutilidad de los esfuerzos, en la frustración después de cada tentativa. El nacionalismo está siempre en el mismo sitio, no se mira en el espejo, no se ve envejecer. Las posturas son irreductibles, pasan los años pero los años son lo único que pasa, aunque el mundo cambie por completo. Hace algún tiempo, Juan Luis Cebrián hacia un comentario casi profético. «Conformémonos con gestionar la discrepancia. Nunca llegaremos a un acuerdo.» ¿Habrá de ser así?.»