El prestigioso cirujano que fue niño balsero
Con la llegada del verano aumenta el numero de inmigrantes que trata de llegar al primer mundo en pateras, balsas o cayucos. Muchísimos pierden la vida en el intento -el último fallecido conocido llegó hace unas horas a Canarias-, otros consiguen llegar a su destino… para malvivir y ser explotados. Pero también hay historias como la de Harold Fernández, un colombiano que llegó a EEUU en balsa hace 28 años y hoy es uno de los mejores cardio-cirujanos de Nueva York. ¿Lo habría conseguido con las politicas de inmigración actuales?
La historia empezo en 1976 cuando los padres de Harold Fernandez emigraron ilegalmente a Nueva Jersey en busca del sueño americano. Dos años después decidieron traer a sus hijos. Y para ello la unica opción era la balsa. Los hermanos Fernandez de 11 y 13 años se embarcaron, si saber nadar, desde las Bahamas rumbo a Florida. Consiguieron llegar sanos y salvos. Gracias a unos amigos de sus padres, luego cogieron un avion hasta Nueva York para reencontrarse toda la familia.
A pesar de las instrucciones para no reaccionar de forma efusiva o dramática al verles y llamar la atención de las autoridades de inmigración, Harold y su hermano no se pudieron aguantarse y corrieron a abrazar llorando a sus padres. «Si hubiera estado Inmigración nos hubieran cogido», dice ahora Fernández. Pero no les cogieron. Y asi el niño balsero pudo empezar a estudiar. Y sus notas fueron tan buenas que le aceptaron en la Universidad de Princeton, una de las más prestigiosas del pais.
Como era un inmigrante ilegal, para poder estudiar compró una tarjeta de residencia y un número de seguro social falso. Al segundo año, le descubrieron. Pero gracias a su extraordinario nivel académico, la Universidad cambio su estatus y legalizó sus situacion. La familia de Harold Fernandez consiguió que hasta Ronald Reagan escribiera una carta en favor suyo. Asi pudo terminar la carrera, luego pasó a Harvard y actualmente es uno de los cirujanos estrella del Hospital St. Francis, en Roslyn, Nueva York, un centro especializado en cardiología.
Hoy sin embargo, las leyes actuales de inmigración, más restrictivas y severas, probablemente hubieran hecho imposible su historia. En España, por ejemplo, el Tribunal Supremo acaba de dictar una sentencia que permitirá que los tribunales españoles juzguen a los patronos de pateras capturadas den alta mar.
Se consuma la peor tragedia de la marea de cayucos
Los equipos de rescate de Salvamento Marítimo consideran que las posibilidades de encontrar con vida a los al menos cincuenta inmigrantes desaparecidos cerca de Canarias son ya nulas.
¿Hasta cuándo esta sangría? ¿Por qué ha de enfrentarse España sola a este problema? ¿Dónde están las organizaciones internacionales?
En unos años veremos estas tragedias como fruto de una sociedad insensible y cruel
Carlos Menéndez
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