Prisión para las activistas de la sopa contra un cuadro de Van Gogh, otro caso de “persecución ejemplarizante”
Dos años y tres meses de cárcel. Esa ha sido la condena dictada contra las dos activistas de Just Stop Oil que arrojaron sopa de tomate sobre el cristal que protegía el cuadro «Los Girasoles» de Van Gogh en Londres en 2022. Juan López de Uralde, ex director de Greenpeace, ex diputado de Podemos y líder de Alianza Verde, señala en el programa La Cafetera de Radiocable.com que se trata de una «pena totalmente abusiva y desproporcionada» que vuelve a evidenciar «la persecución ejemplarizante» que se está dando en Europa y países desarrollados contra el activismo y la defensa del medio ambiente. «Hay una guerra cultural para criminalizar y pintar el activismo medioambiental como eco-terrorismo… y descalificar cualquier reclamación».
BREAKING: 3 YEARS 8 MONTHS COMBINED IN PRISON FOR THROWING SOUP
⛓️ Phoebe and Anna have just been sentenced to 2 years and 20 months in prison respectively after throwing soup over the glass frame of Van Gogh’s ‘Sunflowers’.
Phoebe received a further 3 months for… pic.twitter.com/JBjCgObiic
— Just Stop Oil (@JustStop_Oil) September 27, 2024
BREAKING: 2 VAN GOGH PAINTINGS SOUPED HOURS AFTER PHOEBE AND ANNA SENTENCED 3 Just Stop Oil supporters have thrown soup over 2 of Van Gogh paintings in the ‘Poets and Lovers’ exhibition at the National Gallery. ➡️ Support people in resistance: https://t.co/Rh65arOwa1 pic.twitter.com/Tc3Bvd10OB — Just Stop Oil (@JustStop_Oil) September 27, 2024
Dos años y tres meses de cárcel. Es la condena dictada por un juez británico contra Phoebe Plumer mientras su que compañera Anna Holland era sentenciada a 20 meses de prisión. Son las activistas de Just Stop Oil, que arrojaron sopa de tomate sobre el cristal que protegía el cuadro «Los Girasoles» de Van Gogh en la National Gallery de Londres en octubre de 2022. Combinadas, las penas de ambas por esta acción que no dañó el cuadro superan los 3 años y 8 meses de cárcel. En respuesta a la condena, otros tres activistas de Just Stop Oil han protagonizado una nueva acción volviendo a arrojar sopa de tomate contra cuadros de Van Gogh en el mismo museo.
Juan López de Uralde considera que esta condena es el último ejemplo de persecución contra el activismo climático. «Desde hace meses denunciamos que se está incrementando la represión sobre el activismo medioambiental.» Recuerda en este sentido otra sentencia de cárcel contra miembros de Just Stop Oil por bloquear una carretera, las condenas por las acciones contra los cuadros en museos o el caso de Paul Watson para el que Japón pide 15 años de prisión por defender a las ballenas. «Dos años de cárcel es una pena totalmente abusiva y desproporcionada con respecto al tipo de acción que se hizo», asegura «la protesta fue pacífica y provocadora, pero no generó ningún daño sobre las obras de arte. Pero de lo que se trata es de hacer una persecución ejemplar contra el activismo ambiental».
El líder de Alianza Verde y ex diputado de Podemos subraya también que estas sentencias coinciden con una realidad en América Latina donde los activistas ambientales son directamente asesinados, como volvió a poner de manifiesto el último informe de Global Witness, «mientras que en Europa y el mundo más desarrollado se persigue con penas de cárcel para frenar el activismo. Son malos tiempos para defender la tierra y quien lucha por lo común, por el patrimonio de todos, se expone a penas totalmente abusivas. Hay que denunciarlo. Es verdaderamente triste que se persiga con tanta saña a los defensores del medio ambiente mientras quienes lo agreden siguen campando libremente».
Uralde también subraya que esta persecución coincide además con un momento en que los efectos del cambio climático están siendo cada vez más extremos y visibles. Sin embargo denuncia la «saña» con la que se trata a quienes intentan denunciar esta situación y piden medidas: «El sistema trata de disuadir a las generaciones más jóvenes de entrar en cualquier activismo. Y para ello se está librando una guerra cultural. Aunque ésta lleva ya tiempo, porque en la acción de Greenpeace en Copenhague en 2009 ya se nos aplicó la ley anti-terrorista. Se trata criminalizar ante la opinión pública y pintar el activismo medioambiental como eco-terrorismo».
Incluye en este capítulo el informe de la fiscalía española que defendió que las acciones de Futuro Vegetal podían encuadrarse en el epígrafe de terrorismo y advierte: «Crean un marco que está aprovechando la extrema derecha y su discurso negacionista para descalificar cualquier reclamación medioambiental.»
Intervención completa de Juan López de Uralde
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