Protestas en Latinoamérica por nuestra nueva política de inmigración
Desconozco si es que el gobierno no ha leido en las últimas semanas la prensa extranjera pero los artículos abochornan a cualquiera que viva en España y tenga un mínimo de conciencia social. La sociedad latinoamericana se ha ofendido, con mucha razón, por la nueva política de inmigración española. ??Maltrato a chilenos en España? , dice el diario El Mercurio que añade «Baste imaginar lo que sería la reacción oficial de España si Chile, por simple reciprocidad, sometiese a medidas semejantes a viajeros españoles». Deberían hacerlo, desde luego. El Mercurio añade:
«Con el trasfondo del grave problema de inmigración ilegal que afecta a España, hace ya más de dos años que se ha venido reiterando una situación en extremo ingrata, sin relación real con inmigrantes ilegales, sino con el trato que están recibiendo muchos chilenos a su arribo a aeropuertos españoles, en condiciones de perfecto atenimiento a los requisitos legales y reglamentarios que señalan los consulados de ese país. En ya demasiados casos, connacionales denuncian vejámenes, detenciones y rechazos de ingreso, exigencia de requisitos absurdos y virtualmente incumplibles y, en ocasiones, desatendidos aun si el viajero los cumple?.
??Lo anterior, con perjuicios de toda suerte para los afectados y sin más motivo que el arbitrio funcionario. Esto enturbia la relación entre Chile y España?.Cierto es que han ingresado a Europa delincuentes, como también lo es que desde ese continente lo han hecho hacia Sudamérica, pero para combatir la delincuencia deben adoptarse las medidas propias de estados de Derecho. La muy cordial y amistosa actitud que se observa en la diplomacia hispanoamericana de alto nivel no se refleja luego en el trato administrativo dado por España. Baste imaginar lo que sería la reacción oficial de España si Chile, por simple reciprocidad, sometiese a medidas semejantes a viajeros españoles. Estas páginas alertaron ya en febrero pasado sobre esta situación, pero ella continúa repitiéndose una y otra vez, sin que el gobierno español parezca darse por enterado de ella para corregirla. Extraña la tímida reacción oficial de nuestra Cancillería frente a estos casos, y sorprende que nuestra embajada en Madrid no acredite una enérgica insistencia en ponerles coto?