La Unión Europea es responsable de un 5 o 6 % del total de emisiones de gas metano que se produce en el mundo, muy por detrás de China, India o EEUU, y con una tendencia descendente desde hace 30 años, por la reducción de las cabezas de ganado, ya que aproximadamente la mitad de esas emisiones de metano europeas corresponde a actividades ganaderas. A nivel global, sin embargo aumentan tanto el número de vacas y rumiantes, como el de emisiones de metano. En The Conversation profundizan en los datos y abordan la cuestión de su reducir el consumo de carne o incluso de lácteos contribuye a reducir el impacto de este gas en el calentamiento global. Y la respuesta es que el efecto sería limitado, por diferentes variables, y existen otras estrategias de reducción de emisiones más eficaces.


David MG / Wikimedia Commons 

Óscar González-Recio, Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA – CSIC); Fernando Estellés Barber, Universitat Politècnica de València y Pablo Manzano, BC3 – Basque Centre for Climate Change

Las emisiones mundiales de metano suponen un total de 9 390 Mt de CO₂e. Los países con una mayor contribución son China, la India y EE. UU. La Unión Europea contribuye el 5-6 % del total de emisiones de este gas.

De ese 6 %, aproximadamente la mitad es debido a actividades ganaderas (3-4 % sobre el total de metano emitido a nivel mundial) y proviene principalmente de los eructos que liberan las vacas, ovejas y otros rumiantes.

Otras fuentes de emisiones de metano son la descomposición de los residuos y el sector energético, que juntos suponen el 35 % de las emisiones de metano.

El metano baja en Europa

Las emisiones de metano en Europa llevan una tendencia descendente desde hace 30 años, con una reducción del 37 % debida principalmente a la reducción de cabezas de ganado. La proyección a corto-medio plazo es que siga decreciendo el número de cabezas en la Unión Europea.

Al mismo tiempo, el número de vacas en el resto del mundo ha aumentado, hasta alcanzar un aumento de las emisiones de metano de casi el 30 %. Existe una tendencia ascendente para los próximos años.

Cabe destacar que las emisiones de metano de la ganadería europea proceden de unos 150 millones de rumiantes (51 % vacas, 41 % ovejas y 8 % cabras) que proporcionan 6,8 millones de toneladas de alimentos que son una importante fuente de proteína de alta calidad y micronutrientes.

Emisiones por estiércol y purines

El metano es producido por algunos microorganismos del rumen. Las vacas, cabras y ovejas no pueden absorberlo, y lo expulsan a la atmósfera en forma principalmente de eructos. Estos microorganismos también fermentan en el estiércol y purines de cerdos, que es una fuente adicional de metano de la ganadería, aunque suponen algo menos del 10 % del total (700 Mt de CO₂e).

Los purines evitan las emisiones producidas por la síntesis de fertilizantes artificiales. Se estima que el estiércol y los purines evitan unos 1 300 Mt CO₂ e que serían necesarios para sintetizar el equivalente de fertilizantes artificiales.

¿Reducir el consumo de carne disminuye las emisiones de metano?

Para abordar esta pregunta, es necesario diferenciar a qué tipo de carne nos estamos refiriendo. Los rumiantes son los animales domésticos que emiten más metano. Reducir el consumo de carne de pollo o cerdo tendría un impacto pequeño sobre la reducción de emisiones de metano y, por tanto, de la ganadería.

La carne de rumiantes es la que menos se consume. Por ejemplo en España representa menos del 20 % de la carne que consumimos.

Gráfico que expresa el consumo de carne en España en porcentaje por especie animal.

Consumo de carne en España en porcentaje por especie animal.
Informe del consumo alimentario en España 2022 / Ministerio de Agricultura,Pesca y Alimentación, CC BY-SA

A menudo, el mensaje de reducir el consumo de carne para salvar el planeta viene acompañado de la recomendación de “comer más carne de calidad y menos carne de ganadería industrial”. Pero precisamente este es un mensaje contradictorio, ya que la ganadería en extensivo es a la que más emisiones de metano antropogénico se le atribuyen.

El tipo de alimentación de estos sistemas está basada en pastos y forrajes, un alimento de peor calidad que necesita más espacio, es más difícil de digerir y favorece una mayor producción de metano en el rumen. Esto provoca que el rendimiento por unidad de ingesta sea menor. Se necesitan más animales en comparación con la ganadería intensiva para producir la misma cantidad de alimento.

Para reducir las emisiones de metano a mínimos, habría que eliminar los rumiantes y producir la carne con monogástricos (principalmente porcino y aves) que son sistemas intensivos por excelencia. Tendríamos que eliminar la ganadería extensiva, la cual es principalmente de rumiantes porque son los que pueden aprovechar esos recursos, que contribuye a una mayor conservación del medio natural (principalmente por el pastoreo).

Los sistemas de pastoreo extensivo y pastoreo racional
contribuyen a una mejora en la calidad del suelo, lo que implica un mayor crecimiento vegetativo que secuestra CO₂ de la atmósfera y que en parte compensa las emisiones de metano. Sin pastoreo, el carbono que se ha acumulado durante décadas en el suelo tiende a liberarse, llevando a un incremento neto de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Además, una reducción forzada del número de cabezas de ganado rumiante contribuiría de forma directa al abandono del mundo rural. En algunos países europeos las emisiones de GEI totales son mayores en áreas urbanas que en áreas rurales, por ejemplo en Finlandia.

¿Y los lácteos?

Los lácteos tienen una menor huella de carbono que la carne. Un litro de leche equivale al 5 % de las emisiones necesarias para producir 100 g de proteína de carne de vacuno.

La leche es producida principalmente por vacas especializadas en un sistema de producción que usa mucha menor cantidad de tierra que el vacuno de carne y una alimentación menos fibrosa que produce menos metano durante la fermentación. Por ejemplo, en España, las emisiones directas de la ganadería lechera son inferiores al 2 % del total de las emisiones de CO₂e antropogénicas.

Los lácteos provenientes de ovejas y cabras producen menos del 1 % de las emisiones. Esto es debido a su menor número de cabezas y también a su menor tamaño, que afecta a su capacidad de ingestión de alimento y la cantidad de metano que es fermentada por los microorganismos en el rumen. Incluso se ha estimado que estos pequeños rumiantes europeos no han contribuido a un calentamiento global adicional desde 1990.

Emisiones naturales de metano

El metano no es un gas exclusivamente antropogénico. Las emisiones naturales incluyen fuentes como los humedales, pero también los herbívoros silvestres (ungulados rumiantes, termitas) cuyo nicho ecológico es equivalente al de la ganadería extensiva. Hasta el momento, la contabilidad nacional no incluye cuánto de las emisiones del ganado es de origen humano y cuánto pertenece al fondo natural de emisión de los ecosistemas. Los primeros estudios sobre el tema muestran que no es una cantidad despreciable.

Por otro lado, aunque su poder de almacenar calor es mayor, la supervivencia del metano en la atmósfera (12 años de media) es más corta que la del CO₂, que tiene fracciones con permanencias en la atmósfera de miles de años. Esas diferencias entre gases de ciclo corto y de ciclo largo hacen que las métricas más usadas hayan sido criticadas por dar demasiada importancia al metano.

Nuevas medidas como GWP* ajustan mejor el calentamiento provocado por cada uno de estos gases. Replantear estas métricas es necesario para cuantificar correctamente la contribución de los rumiantes a la emisión de gases de efecto invernadero.



Ganado en sistema de pastoreo.
Perpis / Shutterstock

Otras estrategias de reducción de emisiones

Todo lo anterior subraya lo limitada que sería una estrategia basada en reducir el consumo de carne o el número de ganado para combatir el cambio climático. Por ello, se están investigando estrategias tecnológicas para una reducción eficiente de las emisiones provenientes de la ganadería.

Algunas de ellas están ya disponibles. Por ejemplo, la selección genética y la inclusión de algunos aditivos en el pienso pueden reducir la producción de metano en más de 1 800 millones de toneladas equivalentes de CO₂ si se implementan a nivel mundial.

Otras medidas indirectas existentes que contribuyen a reducir las emisiones de metano son las siguientes:

  • Aumentar la productividad y longevidad de los animales para producir la misma cantidad de leche o carne con menos animales. Esta medida tiene un potencial de reducción de 1 797 Mt de CO₂e.
  • Mejorar la sanidad y el bienestar de los animales también reduce el número de animales necesarios para producir la misma cantidad de alimentos. Esta medida tiene un potencial de reducción de 900 Mt de CO₂e.
  • Optimizar los recursos y la gestión de estiércoles, implantar una bioeconomía circular y aprovechar el metano generado en el proceso para la generación energética tendría un potencial de reducción entre 200 y 400 Mt de CO₂e.

Un resumen de alternativas puede encontrarse en el Listado de Mejores Técnicas Disponibles para la mitigación de GEI elaborado por científicos y técnicos y editado por el Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación y el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.

¿Afecta esto a las directivas europeas?

Es necesario reducir las emisiones de metano, al igual que la de otros gases de efecto invernadero. Aunque la forma más eficiente de hacerlo no parece ser renunciando a sistemas que proveen alimentos de altísima calidad, conservan los ecosistemas y permiten articular el tejido rural.

De hecho, a finales de 2023 la Unión Europea dejó el metano proveniente de las vacas fuera de la directiva de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). La ganadería forma parte del complejo sistema agroalimentario y las actuaciones para reducir sus emisiones deben tomarse con la cautela necesaria y aplicando medidas eficientes que mantengan la seguridad alimentaria.

Las medidas tecnológicas y científicas pueden tener un impacto mucho mayor en la reducción del global de las emisiones mientras mantienen el equilibrio entre sostenibilidad y seguridad alimentaria.The Conversation

Óscar González-Recio, Genetista. Investigador Científico del INIA-CSIC, Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA – CSIC); Fernando Estellés Barber, Profesor Titular en Producción Animal, Universitat Politècnica de València y Pablo Manzano, Ikerbasque Fellow, BC3 – Basque Centre for Climate Change

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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